Parece mentira, pero este libro fue escrito hace ya 140 años. Y digo que parece mentira, porque podemos seguir identificándonos perfectamente con los personajes. Este, es uno de esos clásicos que se deberían leer en el colegio. Es bastante breve, es muy entretenido, y sobretodo, es para niños.
¿Quién no habría deseado de niño vivir las aventuras que vive Tom Sawyer? El cumple el sueño de todo niño, hacerse pirata, encontrar un tesoro escondido, ser un héroe resolviendo un crimen… Lo tiene todo. Pero vamos a hablar un poco de la historia.
Todo empieza con Tom Sawyer, el niño más espabilado de su pueblo, St. Petersburg. Esta es una novela lineal, pero se puede dividir en una serie de aventuras que este chaval va viviendo. La primera de ellas es cuando tras portarse mal, su tía le castiga mandándole pintar la valla. Obviamente a Tom no le apetece demasiado, así que engaña a sus compañeros haciéndoles ver que pintar la valla es algo que tiene mucho mérito. No contento con haberlos convencido les cobra por hacerlo, enseñándonos la valiosa lección de que cuando algo es difícil de conseguir, todo el mundo lo quiere.
Con las riquezas obtenidas, le compra a los otros niños boletos de la escuela dominical, que se conceden cuando uno de ellos consigue aprenderse un versículo. Al llegar a los dos mil, obtendrían una bonita biblia. Tom consigue los boletos necesarios y consigue su biblia, pero se derrumba cuando le preguntan por los primeros apóstoles, a lo que el muchacho responde con toda su buena intención “¡David y Goliat!”.
Tras ese bochornoso episodio Tom junto a su amigo Huck van al cementerio de noche y son testigos de un asesinato. El asesino, Joe el indio incrimina a otro hombre, pero en el juicio Tom demuestra que tiene conciencia y declara en contra de él, aunque por desgracia, Joe consigue escapar.
Entre medias Tom convence a dos amigos para que se hagan piratas y se fugan a una isla en medio del río. Me encanta esta parte, en la que se les ve disfrutar de su libertad al máximo exponente. Tom vuelve al pueblo y se entera de que todos piensan que están muertos y convence a sus compañeros para aparecer en la iglesia durante la celebración de su entierro. Tras eso, Tom recibe de su tía más besos y chaparretas que ningún otro día de su vida, lo que demuestra el tornadizo e incomprensible humor de los adultos.
Tom y Huck no escarmentan, vuelven a salir de noche. En esta ocasión lo hacen para buscar tesoros enterrados. Están a punto de empezar a cavar cuando Joe el indio vuelve a aparecer bajo una nueva identidad y con un compinche para enterrar su botín, pero en vez de eso, se encuentra con un tesoro. Tom y Huck ya estaban frotándose las manos pero Joe decide esconderlo en otra parte. Se ponen de acuerdo en vigilarlo, pero entre medias Tom va a una excursión a una cueva, en la que se pierde con su enamorada, Becky.
Mientras Tom está en al cueva, Huck sigue vigilando a Joe el indio y se entera de que pretende cometer una fechoría, pero pone sobre aviso al pueblo y queda como un héroe.
Tom por su parte consigue salir de la cueva y deciden tapiarla para evitar que una desgracia así se repita, pero Tom se entera días después y avisa a todo el mundo de que Joe el indio estaba dentro. Se lo encuentran muerto en la entrada y Tom y Huck vuelven a entrar en la cueva, donde encuentran el tesoro.
No pocas aventuras para un niño, y aunque siempre al borde del avismo, Tom siempre consigue salir bien de ellas. Me ha gustado mucho este libro por la naturalidad de los personajes, y porque se siguen los procesos mentales de un niño. Además, cada aventura lleva asociada una moraleja.
Sin duda lo recomiendo, es un libro que releería y aún así me seguiría haciendo gracia. Es un clásico que hay que leer.
Silvestre Santé