Leído: Mundo abisal de Virginia Romera Calleja

Publicado el 06 julio 2017 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

Mundo abisal es lo que yo llamo un libro trampolín. Un libro que te da un atisbo de un nuevo mundo y te invita a sumergirte en él, un libro que te induce a ahondar más en un tema. Este es un gran valor para un libro infantil, ya que más que enseñar induce a la búsqueda propia del conocimiento. Para ello son maravillosas las notas finales que nos aclaran términos biológicos, como odontocetos; geográficos, como las islas azores; históricos como la industria del cachalote e incluso nos habla de canciones. Todas las notas vienen acompañadas de un link que nos invita a ampliar información, aunque en mi opinión, de poca utilidad puesto que dudo que nadie tenga paciencia para copiar a mano un link como el siguiente: https://es.wikipedia.org/wiki/Peligro_s%C3%ADsmico  De todas formas se agradece el esfuerzo.

Hablando de la historia en si, un gran aplauso por haber comenzado la historia en la isla de Nantucket, lugar en el que se inspiró la novela Moby Dick. Una gran simbología, de nuevo con un cachalote en el papel protagonista, pero con un rol diametralmente opuesto. En cuanto empiezas a leer lo primero que sorprende es la manera en que está narrado, en primera persona, pero como si el narrador te estuviera contando lo que estás haciendo. Al principio te descoloca un poco, pero en seguida te acostumbras y te metes de lleno en la historia.

A lo que no me fue tan fácil acostumbrarme fue a la protagonista, Lidia, que junto con Damian el cachalote se recorre medio mundo y vive innumerables aventuras. Se supone que Lidia tiene dieciocho años, y es estudiante de biología, pero yo, sinceramente no acabo de creérmelo. Su actitud para con su madre y el resto de personajes no me cuadran con la edad, me habría sido mucho más fácil meterme en la piel de una Lidia de dieciséis o catorce años. La conocemos en una playa de Nantucket, acompañando incansable a un cachalote que se ha quedado varado y cuya vida se agota lentamente. Lidia, testaruda quiere permanecer junto a él a pesar de que la noche y la tormenta se acercan, pero sus padres le piden que entre en casa, que su vida puede peligrar.

A partir de aquí comienza la aventura. Nos lanzamos a un sendero laberíntico con bifurcaciones a cada paso y en el que tenemos que decidir cómo comportarnos. Podemos ser buenos y obedecer o llevar la contraria de forma testaruda, podemos lanzarnos a la aventura o ser prudentes y cada una de nuestras acciones tendrá consecuencias, hasta llevarnos a las catorce veces que podemos leer en este libro la palabra FIN. Hay para todos los gustos, no siempre son finales felices, e incluso en una ocasión, hay un final que te rompe el corazón. Es sin duda otro de los fuertes de este libro, está hecho para perderse en él, para ir explorando sus distintos senderos como un valiente explorador. Es un libro que no se lee solo una vez y por eso creo que su destino en manos de cualquier niño es acabar ajado y arrugado de tanto pasar las páginas hacia delante y hacia atrás para buscar un camino más agradable.

Por supuesto hay que mencionar las ilustraciones de Patricia Saavedra Guillín, que acompañan perfectamente a la historia, excepto en una ocasión, en la página cuarenta, en la que te hacen un spoiler apoteósico. ¿Tan difícil era poner la ilustración una página más adelante? Excepto en esa ocasión, un diez para las ilustraciones.

Este libro además de estimular entretiene, y mete de lleno a los niños en temas tan importantes hoy en día como el cuidado de los océanos y la protección de la fauna. Si quieres regalar un libro a un niño, y no quieres que acabe cogiendo polvo en una estantería (el libro) esta es una buena opción.

Silvestre Santé