O la alta cocina francesa llevada a nuestras mesas...
No os acojonéis tan pronto... Es una de las recetas más sencillas que os voy a presentar en el blog... y sin embargo, de las más famosas de la cocina francesa...
Un amigo me dijo una vez algo como "si rehogas con mantequilla, imitas la cocina francesa. Y si incorporas salsa de soja, te metes en la oriental". Estoy de acuerdo en cierto modo, pero esa expresión es simplificarlo a la mínima expresión. Ni calvo, ni siete pelucas. No obstante, os doy ideas... Unos medallones de solomillo de cerdo marcados con mantequilla son un buen comienzo para un plato que podáis titular "a la francesa", o incluso titularlo en francés (el que sepa, por supuesto)...
Pero en este caso hablamos de un clásico francés como puedan ser nuestras "judías con chorizo", y no seré yo el que permita que un foráneo se chotee de tan sacrosanta preparación...
Os pongo los ingredientes y juzgáis: humildes, sencillos, y de los que siempre están en nuestra nevera.
La foto es de las sencillas: cuatro cosillas que caben en el objetivo de la cámara sobradamente...
Para 1 comensal (como siempre, multiplicad...)
- Un lenguado pequeño - El zumo de medio limón - 30 grs. de mantequilla - Un ramillete de perejil (una vez comprimido, el tamaño de una nuez) - Sal - Pimienta negra - AOVE - Una piparra (para adornar). A falta de ésta, cualquier encurtido: unos trocitos de guindilla, unas alcaparras, unas láminas de aceituna... Se trata de darle un puntillo fresco, salado y cachondo.
Como veis, nada del otro jueves (o nada que no ande en la nevera a diario -salvo el lenguado-)
(Por cierto, habréis observado que ingredientes como el AOVE, la sal, la pimienta o superbásicos como la harina, ya no los pongo en las fotos... Todos sabemos cómo son y es un espacio precioso que ahorro en el encuadre de mis horrorosas fotos...)
Vamos al jaleo.
De entrada, salpimentamos el lenguado y lo pasamos por harina.
En una sartén hermosa añadimos un hilo de AOVE y una parte de la mantequilla (un tercio, aproximadamente) y doramos el lenguado.
Mientras nuestro lenguado se pone morenito, preparamos la salsa Meunière... En otra sartén derretimos la mantequilla restante (2/3, para un lenguado pequeño y una persona, 20 grs...) y le añadimos el zumo de medio limón y la nuez de perejil bien picado, junto con un minipellizco de sal... El agrio del limón junto con el terciopelo de la mantequilla son los que mandan... Si lo salamos demasiado, nos cargamos esa magia. Recordad además que el lenguado ya va salpimentado.
Y una vez el limón ha reducido un poco (un par de minutos) la cosa ya está perfecta.
Rociamos el lenguado con la salsa Meunière, adornamos con el encurtido, y sacamos el plato a nuestra mesa presumiendo de saber hacer cocina francesa y profiriendo un "Oh, la, la"... un "Qu'est que c'est..." o un "voulez-vous coucher avec moi" al gusto del consumidor... (bueno, la última frase, casi mejor después del postre)
A disfrutarlo, fogoneros!!!