La Ley de Partidos Políticos que ilegalizará a la Eta política, Batasuna, ha servido para que los dirigentes nacionalistas vascos hayan incrementado su lenguaje bélico, similar al más imperial de Franco, cuando el mundo rechazaba su régimen en la ONU.
“Quieren exterminarnos”, “quitarnos el orgullo”, “chantajearnos”, “solo les falta fusilarnos”, “nos pisotean y arrastran”, “son poco viriles”, “carecen de gallardía”, “pero tenemos dignidad”, “no nos vencerán”, “somos una gran raza única”.
Denuncian que el Estado los amenaza con tanques y tanquetas, y que lanza a sus policías “contra los vascos”; mientras, muchos afiliados al PNV observan en silencio y con preocupación esta furia descontrolada, y hasta desean mayor presencia de las fuerzas de seguridad estatales.
El paradigma de esta dialéctica está en las alocuciones sin papeles de Xabier Arzalluz, aparentemente espontáneas, amenas y campechanas, que reproducen la desenfadada dialéctica entre camaradas de aquellos años 40-50.
Batasuna, entre tanto, llama fascistas, asesinos y torturadores a los indefensos y aterrorizados demócratas, a los que caza sádicamente como a ratoncillos: es como si los brigadistas nazis que linchaban judíos dijeran que éstos eran los fascistas y que perseguían a los nacionalsocialistas.
Dos libros escritos entonces y publicados ahora aquí, “Historia de un alemán”, del periodista ario-germano Sebastian Haffner (Ed. Destino), y “LTI – La lengua del Tercer Reich” (Ed. Minúscula), del filólogo judío-germano Victor Klemperer, retrataban en la Alemania nazi la Euzkadi de ahora.
Asombrosos paralelismos, escalofriantes premoniciones, que empezaron con el mismo lenguaje violento, guerrero.