Si ya han pasado cuatro años, si ya hay 32 países en la actuación final, es que las miradas del Mundo tienen un solo objetivo. Este 2014 toca Brasil, el país de la samba y el balón, fútbol como forma de vida, y vida por y para el fútbol. Desde niños sueñas con vestir la camiseta de la ‘Seleçao’, un sueño que sirva a su vez para cambiar tu vida y en la mayoría de casos las de tus seres queridos. Futbol para vivir. La cita definitiva. Un mes tan deseado por el Mundo como repudiado por un sector, nada pequeño pero poco escuchado, de la sociedad brasileña.
Y así ha llegado el momento de escuchar los himnos, de hacer hueco en tu día a día para seguir una fecha señalada y que jamás podrás olvidar. Con el paso de los años recordaremos anécdotas, al campeón, al jugador que más nos impactó, al tipo que los niños imitarán en sus recreos, al hombre cuya camiseta pronto estará en nuestro armario y siempre, siempre, a esa imagen de un capitán levantando el Oro de Maracaná. Un país que saldrá a la calle para celebrar los éxitos, otros ya lo han hecho y muchos, llorarán.
Junto al Mundial, las miradas del fútbol, esta vez de clubes, irán centradas en intereses personales, colectivos e incluso, porque no decirlo, en dañar, todo vale, la imagen del icono e incluso de la camiseta del eterno rival. Y así nos plantamos en Barcelona. Si hay un club que en los últimos años ha copado portadas y elogios mundiales ese ha sido el club blaugrana, un plantel el de la Ciudad Condal que, de la mano de Guardiola, alcanzó la excelencia deportiva. Junto al equipo de Pep, un Leo Messi que coleccionaba éxitos colectivos, medallas y títulos individuales, llenaba sus vitrinas de Balones y Botas de Oro, sus cajones de prensa agradecida, sus oídos de piropos y su bolsillo de ‘plata’. Nadie dudaba de Leo, ni desde dentro ni desde el entorno, fuera culé o no.
Y así nos plantamos en Brasil. El Mundial en el que Messi también será portada, asegurado. Tras una temporada poco vistosa del astro argentino, los medios se preguntan cuál será el Leo que veremos, aquel que paraba al Mundo para verle jugar, o ese del curso del Tata que tanta incertidumbre creó a su alrededor. Los últimos meses de Messi han servido para que el sector interesado haya decidido apostarlo a todo o nada para intentar explicar que su fútbol no había cambiado, simplemente se reservaba para la cita mundialista olvidándose del club que le da de comer, de la prensa que le llenaba los cajones de portadas y de los aficionados que le regalaban elogios. Era tiempo de atacar. Desde el otro extremo acusaban su bajón a las lesiones, al cambio de estilo del equipo y a los problemas externos del '10' de Rosario. Volverá. Nunca se fue. Tocaba defenderse.
Cada aficionado tendrá una visión, ya sea de un color u otro, culé o argentino. El nivel de Leo Messi en Brasil será una incógnita, como el de Iniesta, Modric, Robben, Pogba, Armero, Kokorin u Özil. No existe una fórmula matemática para llegar en plenas condiciones al campeonato, como tampoco si lo haces podrás lograr tu objetivo. Los factores, todos los factores, son tan importantes que nada ni nadie puede asegurar lo que te encontrarás en todo el mes que dura el acontecimiento, y esto, esto es igual para Cristiano Ronaldo, Iker Casillas, Luis Suárez o Leo Messi. Te hayas reservado o no lo hayas hecho, pero unos lo venderán a su modo, a su estilo, al de la ‘plata’ que toque ganarse, al del sector al que te toque escribir.
Pase lo que pase, sea cual sea el resultado, el debate estará abierto. Quizás es esto o aquello lo que busca una prensa u otra, lo que quieren allí o allá, un debate tan vendido como asqueroso, un debate tan futbolero como poco futbolero. Si Messi no “gana” en Brasil, se ha acabado Leo, su fútbol pone fin, hasta cuando haya que escribir lo contrario, no lo duden. Si Messi “gana” en Brasil, Leo se estaba reservando, y si es así, pobre, ¿Quién manda renovar a un tipo que no sentía la camiseta? Todos ganan, todos los que quieren ganar.
Sea cual sea el resultado, “gane o no gane” Leo Messi, el debate estará abierto, todo valdrá para engrandecer o menospreciar a una figura que guste o no, ha marcado y marca las diferencias, una figura histórica del balón que unos buscan que vuelva y otros sueñan con que desaparezca. Y yo, sin embargo, sigo preguntándome si es que acaso se ha ido o si es que tiene que volver. Y todo, todo dependerá del rasero con que midas, de los ojos con los que se miré que decía mi abuelo. Disfruten del Mundial. Y también de Leo.
Fuente: Henry Miller, La sabiduría del corazón, Buenos Aires, Sur, 1966.