Leonard Home

Por Fruela
Nunca decoraron la casa. Quizá por pereza, quizá por economía; ambas, quizá, signo de la poca duración.
Él quiso cambiar una cosa, pese a todo: la escena de caza que habían dejado en el salón otros inquilinos, como cobertura para una mancha de humedad. (Esas escenas de caza que seducen a los caseros, a las parejas de cierta edad y, en ocasiones, a los estudiantes que han leído manuales clásicos de simbología).
Eligió un vinilo de segunda mano: Recent songs. Le gustaba el retrato lento de Leonard Cohen; de algún modo, lo convertía en santo tutelar de la vivienda.
Un año después, ella se mudó. Él, que ya había quitado el vinilo de la pared, puso en su lugar una pequeña bola de discoteca, abollada, que le habían regalado por algún cumpleaños. 
Y ahí sigue, reflejando a veces, casi siempre tenue.