El español Leontxo García pudo llegar a Gran Maestro, pero su pasión por contar historias fue mayor que su dedicación al estudio de las aperturas y hoy es una especie de rapsoda del ajedrez moderno, que viaja por el mundo para transmitir las anécdotas de los genios del tablero a la gente común.
"No soy un jugador frustrado, sino un hombre que disfruta la belleza del ajedrez que producen otros y mi felicidad llega cuando un desconocedor del juego se queda en la sala a escucharme", dice a Efe el analista de 54 años de edad.
García, colocado en el libro de oro de la Federación Internacional (FIDE), trabaja como periodista de varios medios españoles, pero en los principales campeonatos internacionales es un protagonista más, que los organizadores ubican en una sala con pantallas y ordenadores para comentar las partidas por internet.
En una disciplina seguida millones de personas en el planeta, su labor es oportuna porque por haber sido maestro, tiene los conocimientos para analizar lo que sucede en los tableros y a la vez cuenta sus vivencias con los mejores jugadores, lo cual siempre agrada a la gente que no tiene acceso a los campeones.
"Alguien debía hacer entender a los gobiernos que el ajedrez es una herramienta útil; los niños ajedrecistas desarrollan la inteligencia y si el ajedrez va a ayudar a formar ciudadanos más inteligentes, entonces va a ayudar tener un mundo mejor", razona.
A mediados de los años 80 ya tenía par de normas de Maestro Internacional, el nivel que antecede a los Grandes Maestros, pero la rivalidad entre los rusos Anatoli Karpov y Garry Kasparov desató su pasión de narrador y como los pregoneros ambulantes de la antigua Grecia, recorrió el mundo para contar la historia de los dos genios.
"Entre 1985 y 1990 pasé más tiempo con Karpov y Kasparov que con mi familia", comenta el español que en estos días trabaja como analista del torneo Iberoamericano con sede en la Ciudad de México.
Puede hablar con soltura de los sacrificios típicos en la defensa siciliana, las líneas de la Apertura Española o cómo llevar a buen termino un final de partida, pero casi no se refiere a eso porque su reto es ser escuchado por los que ni saben mover las piezas.
"Es fácil cautivar a los militantes del ajedrez, lo que yo quiero es atraer a quienes no entienden nada de esto", dice.
Su estrategia es utilizar un lenguaje sencillo, por ejemplo, se refiere a un caballo bien situado en el tablero como un "caballo de hacienda", o dice que por la belleza de su estilo, el español Alexei Shirov es el "Leonardo Da Vinci del ajedrez", con lo cual hace entender mejor a los neófitos.
Leontxo vive un momento de euforia porque cada día más torneos tienen la regla que prohíbe hacer tablas sin permiso del árbitro, lo cual, según su opinión, está curando el cáncer del ajedrez, que era la tendencia de algunos maestros de firmar la igualdad sin luchar.
Sin embargo cree que hay un campo no explotado y está relacionado con los niños, que tendrían un mejor desarrollo si en las escuelas impartieran ajedrez con el mismo rigor que matemáticas.
"Por lo beneficios que produce, promover el ajedrez es casi una obligación moral y creo que las Federaciones Nacionales deberían tener un departamento solo para difundir este deporte en los medios, los centros docentes y las universidades; con eso sería mejor la educación de niños y jóvenes en el mundo", apunta.
Aunque tiene un grupo de seguidores en facebook y en España fue reconocido como el máximo promotor del llamado juego ciencia, Leontxo no está interesado en ser famoso, sino en transmitir los encantos del ajedrez a quien se deje en cualquier lugar del mundo.
"El ajedrez tiene muchas aristas atractivas para la gente que no entiende del juego; es una mina inagotable de historias y yo sólo me dedico a sacar productos de ella", dice al resumir su trabajo. EFEhttp://feeds.feedburner.com/ajedrezcehegin