Leopoldo Lugones: el masón y su caballo de Troya

Por Mauriciojaviercampos @mauriciojcampos
"El último cristiano murió en la cruz"Nietzsche.
Leyendo a Leopoldo Lugones y un texto de su etapa masónica elaborado para el Congreso Anticlerical de Sudamérica en 1900. Algunas perlas: "(...) Hoy, según el símbolo cristiano, Jesús duerme en su sepulcro. Era necesario esperar que no oyese, para decir estas cosas sin forzarle a sudar sangre de nuevo". "Ese reinado empieza en una tumba, la de la libertad, y acaba en un sepulcro, el de la conciencia". "La comadreja clerical y la hiena política harán crujir sus dientes sobre tu talón (...)". "La bestia social te ofrece sus carnes olorosas y sus lujos (...)". "Su abrazo es como el de la cruz: dignifica, pero desgarra". "Si eres capaz de acostarte sonriendo sobre un crucifijo, y de emitir un rayo de luz a cada sarcasmo con que te saliva el error, y de dar agua de tus heridas, cuando ya no tengas más sangre (...)".Y también: "La Iglesia se aliará con la espada". "(...) Como un murciélago que defiende su noche".Por aquella misma época publicaba sus poemas en periódicos masónicos como Luz y Verdad, editado por la Logia Luz del Sud, de mi pueblo. Sobre su hijo pesaron diversas acusaciones, incluida la de torturador, cuando dirigió el cuerpo policial del régimen dictatorial del General  Uriburu; y se le atribuye la invención de la picana eléctrica. Su nieta fue asesinada por la dictadura de los años 1970. A mediados del segundo decenio del siglo XX, Lugones integrará facciones en busca de la unidad masónica nacional y hacia el término de su vida, y a partir de la década de 1920, apoyará a los regímenes fascistas. Se suicidó, al igual que varios miembros de su familia.Si no me equivoco, fue Arturo Jauretche quien dijo que el intelectual argentino se sube al caballo por la izquierda y se baja por la derecha.
Conservo el recorte de una entrevista a un jerarca de la Masonería argentina en los años 2000. Sostenía -no es textual-, que la institución no discrimina, pero solo elige gente de prestigio social. En aquel momento, al viejo -y la Masonería oligárquica que representaba-, se le escapó el caballo y ya no se pudo bajar. Al menos no pudo bajar o caer más en nuestra estima.Todavía creo que Lugones, pese a los deslices de sus últimos días, fue un experimentado visionario cuando sostenía de algunos individuos que: "No intentan emparedar el horizonte, porque saben bien que las alas impedidas se convierten en garras y hieren".