Leopoldo Panero. En lo oscuro

Publicado el 24 febrero 2012 por Santosdominguez @LecturaLectores


Leopoldo Panero.
En lo oscuro.
Edición de Javier Huerta Calvo.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2011.
Se cumple este año medio siglo de la muerte de Leopoldo Panero (1909-1962), uno de los poetas esenciales de la primera posguerra española, la del arraigo y las formas clásicas, un poeta que supo compaginar a Garcilaso con César Vallejo y la mirada hacia el paisaje con el intimismo.
Con una magnífica introducción de Javier Huerta Calvo, que aborda el itinerario literario, la poética y la vida accidentada de Leopoldo Panero entre la memoria de un olvido y la búsqueda de lo oscuro, esta amplia antología, suficientemente anotada con observaciones imprescindibles, da una imagen completa de la obra del poeta.
Una obra accidentada, como su vida, construida en un lugar intermedio entre la tradición y la vanguardia, desde una perspectiva en la que confluyen el mundo exterior y el mundo interior, lo humildemente cotidiano y las cimas del Guadarrama.
La selección de En lo oscuro presenta como un todo una generosa muestra de textos de La estancia vacía, Versos al Guadarrama, Escrito a cada instante y Canto personal. Un todo sucesivo ordenado cronológicamente, salvo en el poema que le sirve de pórtico –Arte poética- y el Epitafio que lo cierra:
Ha muerto
acribillado por los besos de sus hijos,
absuelto por los ojos más dulcemente azules
y con el corazón más tranquilo que otros días,
el poeta Leopoldo Panero,
que nació en la ciudad de Astorga
y maduró su vida bajo el silencio de una encina.
Que amó mucho,
bebió mucho y ahora,
vendados sus ojos,
espera la resurrección de la carne
aquí, bajo esta piedra.
Está en estas páginas la imagen compleja y contradictoria del poeta religioso y neorromántico, de palabra severa y contenida, y el que se deja llevar por el arrebato emocional o patriótico, el que se mueve con la misma soltura en el verso corto y en la herencia del 27, en el verso libre o en el soneto garcilasista de aires neobarrocos, conceptistas y escurialenses.
Lo llamativo es que nada en Panero es impostado: desde el arraigo confesional de fe religiosa a la declaración de amor, desde el canto a la armonía familiar hasta la respuesta al Canto general de Neruda, todo parece fluir en él desde una profunda convicción, desde una voluntad constante de expresión y de conocimiento mediante la palabra poética, desde un impulso de sinceridad y de diálogo consigo mismo y con el mundo que asume la lección de Antonio Machado -al que homenajeó en Desde el umbral de un sueño- hasta los ripios lamentables que frecuentó en los tercetos artificiosos de su Canto personal.
En lo oscuro se cierra con Unas palabras sobre mi poesía, el texto de una conferencia en la que Panero reflexiona sobre las claves esenciales de su poética, que “siempre se apoya en lo invisible, que es su verdadera y última realidad.”
Poeta desigual y pródigo en altibajos, Leopoldo Panero dejó un puñado de poemas memorables que merecen salir definitivamente del olvido: La estancia vacía, Por donde van las águilas, César Vallejo, Introducción a la ignorancia o Rastro de Lázaro son algunos de ellos.
Antologías tan cuidadas como esta, que acaba de publicar Cátedra Letras Hispánicas, deben contribuir a rescatar esos textos del oscurecimiento injusto al que los han sometido una serie de circunstancias extraliterarias que están en la mente de todos.
Santos Domínguez