Ahora mismo acabo de llegar a casa tras asistir a Salomé, la ópera que, junto con Carmen, es protagonista del III Festival del Mediterráneo. No digo nada sobre la escenografía, ya lo explica todo perfectamente Titus aquí. La puesta en escena me ha impactado y encantado, creo que es la primera vez que he entendido a la protagonista, convertida a la fuerza en mujer-niña-objeto por su padrastro y rechazada por Jokanaan como posible conversa, me ha parecido totalmente lógico que termine pidiendo la cabeza de éste, así la venganza es doble; además, por primera vez he visto que la muerte de Narraboth puede tener un efecto dramático como motor desencadenante de las futuras reacciones de la protagonista. En definitiva, me ha parecido un planteamiento muy coherente y muy bien llevado a cabo gracias a la dirección de actores. Aunque se salta el argumento en más de ocasión sólo me ha chirriado en algunos momentos que son totalmente intrascendentes o anecdóticos. Rosa Solá en El País parece que no está muy de acuerdo, lo ve todo demasiado fácil -¿Por qué tiene que ser complicado?- y pide que a Jochanaan le pongan peluca
No creo que hayamos tenido el mejor reparto posible pero los intérpretes han estado todos a gran altura, sobre todo en lo escénico. Muy interesante me ha parecido el potente Narraboth de Nicolai Schukoff tanto por la belleza de su timbre como por la de su canto, he tenido la impresión de que la primera frase se le ha atragantado levemente pero se ha repuesto inmediatamente; Albert Dohmen, que interpretaba a Jochanaan, ha superado sin problemas la orquesta straussiana y ha ofrecido algunos destellos muy líricos pero hubiera agradecido mayor capacidad de matización y compromiso con el personaje, parece que nos haya visitado con la sola intención de cumplir; la veterana Hanna Schwarz ha lucido un timbre potentísimo pero descontrolado, con un vibrato ancho, la voz rota en los agudos, demasiado madura para Herodías, una mujer que, por la edad de Salomé y el hecho de que pueda haber atraído a Herodes hasta el punto de quitársela al hermano, aún es relativamente joven; no menos veterano era el tenor que ha interpretado a Herodes, Siegfried Jerusalem, era la primera vez que lo escuchaba en directo, no ha matizado nada, pasaba por las frases como por encima, en ocasiones no traspasaba la orquesta, sin embargo el timbre, aunque insuficiente, no sonaba muy avejentado, lo mejor su interpretación escénica, aunque no he podido evitar, al verlo moverse con tanta vitalidad, recordar su saltarín Siegfried inmortalizado en el DVD del Met; la protagonista era Camilla Nylund, una soprano quizás demasiado lírica para Salomé, con un timbre muy hermoso y brillante en la zona alta de la testitura pero con problemas en los graves, aún así ha sido capaz de redondearlos en momentos muy puntuales, ha tenido problemas de proyección y ha sido tapada por la orquesta en varias ocasiones pero ha sabido suplir estas carencias con musicalidad y técnica, lástima que no tenga más potencia. Mención especial para la orquesta de Les Arts que, como siempre, ha brillado con luz propia y para Zubin Mehta, que ha hecho una lectura muy ágil de la partitura, que no ha decaído en ningún momento, más bien al contrario se ha ido intensificando conforme avanzaba la ópera. Seguramente sin esta orquesta y sin Mehta la Salomé de hoy hubiera sido otra. En resumen, que he disfrutado como un enano y estoy deseando que llegue el sábado para repetir.
Os dejo, para terminar, una impresionante escena final que cantó Caballé junto a Zubin Mehta en 1978, el sonido no es muy bueno pero vale la pena: