En la esquina de Zabala y Delgado [Zabala 3402, Colegiales (Buenos Aires)], Les Croquants, esta intrusa del buen gusto, entre casas y esporádicos restaurantes, ofrece una cantidad ingente de dulces típicos franceses y norteamericanos en su mayoría, que por la dulzura, sabor e imposible textura, nos convirtió en sus groupies de por vida.
Una decoración entre Shabby Chic, Nuveau y quizá minimalista, con objetos pintorescos haciendo de decoración funcional (como las tazas/lámparas, o la rueda de la fortuna/canasto de macarons, de la mesa pret-a-porter), una barra en lugar de mesa y una sutil puesta en escena de objetos geométricos de madera para resaltar las formas y colores vivos de todo lo que ofrecían, son las principales características de este local. Y no por la falta de mesas comer allí se torna raro, por el contrario, la disposición de la barra y la de los objetos, dejando un claro espacio para disfrutar de la compañía o la vista, son los ingredientes no comestibles que mejor se pueden apreciar.
Nosotros ya habíamos anotado todo lo que íbamos a pedir, pero como previsto, no quedaban todos los sabores y/o recetas que queríamos probar. Por lo tanto, las siguientes fueron nuestra elección:
Un paréntesis aparte fue el té. De las manos de Inés Bertón, este Blend de Tealosophy exclusivo para Les Croquantes -a base de Almendras, Cacao Venezolano y Vainilla- era simplemente delicioso. Tanto que tomarlo puro, sin endulzarlo con nada, por momentos era la mejor opción.Para los que no son muy dados a tomar una infusión sin azúcar o endulcorante, se llevarán una sorpresa al probar este té.
En primer lugar probamos el popcake (alias: chupetín de vainilla). Elegimos éste porque ya no quedaron los macarons de vainilla, y pensábamos probar cada receta de sabores distintos.En síntesis se sintió como un aperitivo básico, sin nada a destacar pero una textura sublime, del tipo de cosas que uno debería aprender a hacer para recibir a amigos.
Luego siguieron los Mooncakes. Pedimos el de Pistacho y de Frambuesa. Con texturas extrañas, muy distintos a las preparaciones tradicionales argentinas, nos encantó que fueran tan suaves y complejos, como una mezcla de Dango con mousse firme. Principalmente el de frambuesa, al que podíamos sentir cada sabor, desde lo más suave y cremoso a lo más ácido o cítrico, en una perfecta armonía. Ya de entrada, fueron uno de nuestros dulces favoritos.
El de chocolate, que nos pedimos ya casi al final (pero que aprovechamos para citarlo ahora), acompañado de un Lungo fuerte Nespresso cortado con crema, terminó de certeficar a este dulce típico chino como una de las mejores cosas que hemos comido.
Los canelés, estos pastelillos que en realidad son flanes pero con un poco de harina, hicieron aún mayor mella en nuestra credibilidad cuando resultaron ser mucho más sabrosas de lo que hubiéramos esperado. De ellos mucho no puedo decir en comparación, pues nunca los he probado, pero el sabor y aroma, además de ocasionar un shock saborístico imprevisto, nos empezó a acostumbrar a los sabores que todavía teníamos para probar.
¡Y después los Macarons y los Cupcakes!Los primeros fueron sorprendentes, de sabores implacables y texturas sublimes. Compartiendo el podio de los Macarons con los de El nombre del postre, cada uno de ellos eran razón suficiente para ir y volver una y otra vez al local. Las mejores fueron sin dudas las de frutos rojos y chocolate, y de maracuyá.Aunque somos amantes del café, el del mismo sabor fue el único que no nos pareció excelente, quizá por sentirlo muy invasivo en comparación a la suavidad de los demás. Sin embargo, en líneas generales, son tan buenos que estamos ansiosos por volver a comerlos.Y en cuanto a los segundos, los Cupcakes, encontramos entre todos esos sabores, dos favoritos más de nuestra visita.Pedimos el de lemon pie, de frutos rojos y banana con nutella. No sé que tipo de hechicería habrán usado, pero el de frutos rojos, con su frosting delicioso, pero principalmente el de banana con nutella, con su medallón de chocolate blanco on-top, terminaron por destrozar nuestra fe en la paganería de comida prefabricada, y ver a Dios en las manitos de Noe y Gaby.
Sin dudas, una de las mejores experiencias culinarias que hemos tenido, no sólo por la calidad de todos los productos que ofrecen, sino por la atención delicada y amable de Gaby (le tocó atendernos), su aprecio por nuestro aprecio, y al que estamos infinitamente agredecidos, además de habernos regalado una tarteletita de chocolate y dulce de leche (debo decir que estaba deliciosa a pesar de que no me gusta el dulce de leche... yo lo llamo: PARADOJA!), por hacernos probar, también como regalo, los Marshmallows más sorprendentemente deliciosos que comimos.A falta de una buena foto de los malvaviscos, que eran de mango y por ello de un amarillo chillón, usamos ésta de la página, que hace a la idea.
Aludiendo a Alicia en el País de las Maravillas por sus referencias en la decoración de este lugar de ensueño, esta fue una experiencia ¡fantabulosa!