Los inicios de Queen por el proceloso mar de la música popular no difieren mucho del tópico habitual; actuaciones donde se puede y dejan, teloneros, maquetas, llamadas a las puertas de las discográficas y cuando parece que el rumbo es a ninguna parte, graban un primer disco que algún crítico visionario en particular califica de “cubo de orina”, pero el público soberano comienza a prestarles oído, el álbum se escucha, gusta, se vende, permanece dieciséis semanas en las listas de éxitos, alcanza el puesto 24, consigue un disco de oro. Las lanzas se tornan cañas, en Estados Unidos son aclamados como “un nuevo y apasionante talento británico”.
“Freddie Mercury hizo lo más importante de todo. Murió joven. En vez de convertirse en una vieja reina gorda, hinchada y presuntuosa, murió en la flor de la vida y se conserva con esa edad para toda la eternidad” (Dr. Cosmo Hallstrom).