Let my people go!, Francia 2010

Publicado el 06 junio 2012 por Cineinvisible @cineinvisib

Érase una vez una pareja muy feliz que vivía en el corazón de un frondoso bosque de un país muy lejano, Finlandia. Rodeados de ciervos, primos lejanos de Bambi, en una casa de color rosa y azul, evidentemente, muy cerca también de la madre de nuestro príncipe, sin corona, finlandés. Y aquí el cuento cambia para adaptarse a los tiempos actuales porque la princesa que acompaña al finlandés, rubio como la cerveza, es también otro príncipe, moreno y sin corona, pero deseando desesperadamente tener una algún día, y por suerte para él y la población finlandesa en general, alejado de su madre, una francesa judía, verdadero terremoto interpretado por Carmen Maura en plena inspiración, generosa y tan fuera de sí, como el peluquero de este producción.La comedia fina, irreverente, libre, alocada e irónica ha ido perdiendo fuerza con el paso de los tiempos y la lluvia incesante de malas noticias y, sin embargo, existen pocas cosas que se agradezcan tanto en estos momentos como un buen par de horas de risas.La primera película de Mikael Buch, tras dos logrados cortos, y ayudado en la escritura del guión por Christophe Honoré, ha conseguido instalar un ambiente a la Douglas Sirk, revisitado por Walt Disney e inspirado por la total libertad de la primera etapa de la carrera de Pedro Almodóvar. Por momentos tengo la sensación de volver a disfrutar de la ironía, la locura y la energía de la época más quinqui de nuestro cine de los años 80 (con tantos defectos como virtudes y excesos como hallazgos).El protagonista de la película, tras un enredo con la correspondencia de su trabajo de cartero, se obligado a abandonar su mítico bosque y fornida paraeja para regresar a la casa de sus padres. Una familia liderada por Carmen Maura que, tras obtener el año anterior el César de mejor actriz de reparto con Las chicas de la sexta planta (que por fin se estrena este viernes), vuelve a brillar con la luz que la caracteriza, su energía desbordante y su capacidad para hacer creíble hasta el más inverosímil personaje, junto al actor principal Nicolas Maury, que frente a la inmensa Carmen Maura, mantiene muy bien el tipo.Leyendo la prensa de los últimos meses no puede evitar ponerme un poco gruñón. La salida de capitales se ha visto precedida por un goteo hacia el exterior de nuestros mejores actores, científicos y, en la actualidad, una juventud que no encuentra una salida a la altura de sus capacidades.Propongo que, dada la alegría con la que se nacionalizan los problemas en España, también se haga lo mismo con el único recurso con el que realmente deberíamos contar: nacionalizar el inmenso talento del que podemos disponer, antes de que se nos escape de las manos. Comprendo que la profesionalidad de Carmen Maura haga que cuenten con ella en el extranjero pero me cuesta admitir que no lo hagamos en España. Al menos nos queda Let my people go! para disfrutar de ella.