La conocimos hace ya casi 11 años, cuando fue presentada como futura esposa del príncipe Felipe. Durante años se esperó con ansia la noticia de la boda del heredero a la corona y, cuando por fin llegó, Letizia se convirtió en centro de todas las miradas. A partir de entonces, sus pasos fueron analizados con todo detalles y en especial su estilo.
Una semana antes de su enlace, los príncipes acudían a la boda de los herederos daneses, Federico y Mary. Letizia, que lució dos modelos de Lorenzo Caprile, fue el centro de todas las miradas. La futura princesa parecía llamada a ser un referente de estilo.
Nada más lejos de la realidad. A la semana siguiente debimos darnos cuenta que aquello fue sólo un golpe de efecto. Su vestido de novia de Pertegaz, excesivamente austero y muy invernal para una boda en mayo, debió darnos una idea de que las apareciones de Letizia se volvería monotonas con el tiempo.
La elegancia es algo que se tiene o no, y Letizia, bajo mi punto de vista carece de ella. No tengo nada en contra del uso de prendas low cost, de hecho me parece más que recomendable, pero sus combinaciones son excesivamente sosas. Evidentemente no todas sus apariciones me han parecido un error, faltaría más. Correcta ha estado siempre, eso sí.
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