Letra desatada: Musa gigante

Publicado el 03 julio 2013 por Jmartoranoster

Mercedes Chacín

En el año 2002, para ser más exacta el 12 de abril del año 2002, no había teléfonos inteligentes. Las computadoras eran “486” y las conexiones a Internet apenas estaban saliendo a “comercializarse”. Su lentitud probaba las paciencias. Veíamos el país como aún lo ve y lo comunica, 11 años después, la derecha. Esa derecha que hizo que los medios impulsaran un golpe de Estado. Exitoso, pero breve. Ese día ya la derecha había comenzado a hacer el “estriptis” del disfraz de oveja que se había puesto. El estar desempleada me permitió ver con mis propios ojos lo que pasaba en Venezuela. Mi casa fue un pequeño, y breve, centro de comunicaciones de la única forma que pudimos: vía Internet y radio bemba. No había más. Y conste que el “dictador” Chávez no era presidente.

Hasta esos días mi actividad periodística se había centrado en una especialidad en extinción del periodismo impreso llamada secretaría de redacción, suerte de híbrido que te permitía leer todo el día, hacer títulos como arroz, sacar cuentas de caracteres, para luego disponerlos en una maqueta rayando con marcadores y contando centímetros sobre papel (siempre calculaba mal aquello), y en áreas de coordinación.

A punta de golpes de Estado empecé a escribir artículos de opinión. Casi con desespero. Llegué a contar hasta cinco por semana en aquellos meses posgolpe. De ese tamaño era, y aún es, la dictadura mediática. Las páginas web antiescuálidos punto com y aporrea punto org nacieron, y desde ahí pudimos ver y leer distinto. La guerrilla comunicacional empezó en 2002.

Dos años después, en junio de 2004, pude estrechar por primera vez la mano del Presidente Chávez, cuando un jurado decidió darme una mención en opinión del Premio Nacional de Periodismo por mis escritos, hasta ese momento sólo vía web. Más adelante se publicaron un tiempito en el vespertino El Mundo. La dictadura mediática se sostuvo aun derrotada la derecha en el golpe de abril de 2002 y en el paro petrolero. Tuvieron que pasar siete años más para que naciera el Correo de Orinoco, por iniciativa del Presidente Chávez y el diario Ciudad CCS, por iniciativa de Jorge Rodríguez.

En el diario Ciudad CCS nació la Letra desatada, de aparición semanal. Quiso el azar que este año, cuando partió el Presidente Chávez, llegara otro premio, el municipal de Libertador, por opinar. Y recordé entonces que también es culpa de él que yo escriba. Hoy recuerdo su sonrisa perfecta, sus chistes, su llanura de hombre de Barinas, su sinceridad sorpresiva, su galanteo con las mujeres, su amor por las niñas y niños, su humildad de campesino, sus cuentos del arañero, su palabra precisa, sus canciones favoritas, su amor por Venezuela y su gente, su patriotismo, sus lecciones de historia de Venezuela, sus regaños… De repente uno se encuentra un domingo sin tema que escribir y aparece su mirada como un rayo. Una mirada que aún duele, como duele la ausencia del amigo, del padre, del hermano. Es ausencia de gigante. Sigamos…