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Twitter: @mercedeschacin Desde que enfermó Hugo Chávez, el candidato presidencial de la izquierda en Venezuela, la dirigencia de la oposición, siempre acostumbrada a los atajos y a los “golpes de suerte” salivó de gozo y le dejó a la providencia la solución de todos sus problemas. Y como ya sabemos que el problema para ellos es Chávez, pues le prendieron velas a todos los santos para que se les cumpliera el deseo: muerto Chávez se acaba la revolución bolivariana. ¿Qué importa a quien pongamos si Chávez morirá? Resulta que los rezos les fallaron. Pero con base en eso eligieron entre once personas a su ficha y con base en eso estructuraron una campaña en la que el candidato de la derecha es mostrado como un atleta, caminando 14 kilómetros incansable, casa por casa. Con base en eso cuando habla tratan de que sus ideas sean cortas como su cabello… El flaco, le dicen, olvidando que, aunque en el mundo hay un culto por la belleza raquítica, por las pasarelas llenas de modelos anoréxicos, lo que a uno le provoca apretar es unos cachetes gorditos… Sí, y todo lo demás que sea gordito, para todos y todas hay. Pero como Chávez no murió y se inscribió como candidato presidencial del proyecto revolucionario, socialista y bolivariano, contra todo pronóstico opositor, el candidato de la derecha tiene que batallar contra una ristra interminable de logros en 14 años de revolución, que no hubiese podido saltar ni el ucraniano Serguéi Bubka en sus mejores tiempos. Ante la realidad que los abofetea buscan explicaciones, como la de un psicólogo que analiza el ya famoso discurso con pausas: “Hay algo muy interesante que fue el manejo de los silencios, el tuvo varios silencios (…) el lenguaje de los silencios es como la prueba máxima del liderazgo (…) El primero (el silencio en su discurso de postulación) preocupó mucho, pero cuando los usó después, la gente se acostumbró y eso es sinónimo de gran liderazgo, las personas que allí estaban mantuvieron el silencio y eso es una prueba de un liderazgo diferente”. La psicología contra la lógica que dice que sus seguidores estaban aterrados por las extensas pausas. Y es que la derecha venezolana se resiste a la lógica y siempre anda justificando el mundo al revés. Hace unos meses pretendieron hacerle creer a la gente que las aguas servidas viajaban por el mismo tubo por donde circula el agua potable y que la mierda que se produce en la casa de Salas Feo, en Valencia, puede llegar al lavamanos de mi casa en San Bernardino. Ahora dicen que la “verdadera encuesta” es la del 10 de junio en la plaza Caracas. Es decir, ninguna sirve. Qué ficha técnica ni qué nada: encuestaron al millón de marchistas y ¡oh, sorpresa!, el 98% de los asistentes se pronunció a favor de la derecha. Registraron la opinión de unos chavistas que andaban por allí fisgoneando. ¿Sí se puede con tanta inteligencia? Qué va, así no se puede. Sigamos. 18/06/12.-