Letras bailarinas

Por Esther

   Mis letras bailarinas definen todo lo que soy y defienden todo lo que amo. Ellas no necesitan excusas para renacer y encontrar el momento. No pueden vivir al margen del corazón y por eso quizá son tan humanas y tan certeras, directas al sentimiento más clandestino, a un beso impronunciable, a un murmullo arrollador. No saben de mentiras ni de secretos, pero expresan tan bien las debilidades y altibajos del hombre que nacen para quedarse y viven para recordar. Su baile es perpetuo y se multiplica en el tiempo, tanto para pedir perdón como para enfrentarme a los inviernos. No proceden de la reflexión pausada, ni siquiera de una realidad vivida. Pero me acompañan y nacen de dentro, su vals es cursi y su discurso puede que empalagoso pero son mis letras bailarinas y merecen un respeto, un puesto de honor en un mundo de palabras rotas e hirientes.  Aunque nadie las leyera, aunque nadie se fijase en ellas, yo seguiría mi baile en soledad para recordar que mis historias son un teatro con protagonistas de carne y hueso y las consonantes un legado que me sobrevivirá. Buscando un sitio están, sin desprenderse de ese vulnerable halo de idealismo y fatalidad, acariciando la locura, desquiciando a la reina de las  reinas, la reina de las letras, que se burla de mis tildes pero envidia mis vocales. Y sujeta su corona, por si llegan tiempos peores y sustitutas despiadadas. Su miedo me anima a seguir con mis letras. Letras incomprendidas, novatas, rasgadas, inconfundibles… mis letras bailarinas.