Cuatro han sido las lecturas que me han acompañado durante el mes de febrero (la quinta se ha quedado a la mitad así que la dejaré para marzo). Tres novelas, de muy diferentes estilos y un ensayo novelado. Vamos a dar un repaso a las impresiones de cada uno de ellos.
Comencé el mes con El Evangelio de Triana, de Julio Muñoz Gijón.
El autor sevillano Julio Muñoz Gijón, conocido como "Rancio", la sexta entrega de las aventuras de los policías Jiménez y Villanueva que se inició con "El asesino de la regañá" (ya os hablé de los 3 primeros libros aquí). En esta ocasión, nuestros protagonistas se enfrentan a una nueva oleada de crímenes, pero frente a un enemigo muy grande...amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado. Una lectura muy amena y ágil en la que los sevillanos vemos reflejadas nuestras filias, fobias, personajes locales y manías. Sin duda una buena elección cuando no queremos una lectura compleja.
Acabado este, llegó Extraños en un tren de Patricia Highsmith.
Suspense en estado puro. Dos desconocidos, un viaje en tren, una obsesión y dos crímenes. Una novela imprescindible para los amantes del género (y para los que intentamos escribirlo) que nos atrapa en los perfiles psicológicos de los dos personajes desde la culpa y el arrepentimiento hasta la obsesión.
En tercer lugar, me enfrenté a Misericordia de Benito Pérez Galdós.
Siempre apuesto por clásicos y, este año del centenario de su fallecimiento, no podía faltar una obra de Pérez Galdós. Misericordia es una de las obras sobre valores universales que escribió el autor y que, a pesar de que en el momento de su publicación no tuvo demasiado éxito (la segunda edición tardó treinta años), lo cierto es que relata de forma magistral este atributo en la persona de su protagonista, Benina quien, a pesar de su pobreza, es capaz de prestar ayuda a los demás aun a riesgo de quedar ella completamente desvalida. Más allá de la propia historia, es un gustazo su forma de escribir, ese realismo sin pizca de artificio.
Siempre lo digo, hay que darles más oportunidades a los clásicos. Jamás defraudan.
Cierro el mes con La velada en Benicarló de Manuel Azaña.
Tengo que reconocer que me ha decepcionado profundamente, aunque no he llegado a abandonarlo. Este ensayo novelado fue escrito justo antes de que el Presidente de la República se exiliara, en los días que estuvo recluido en el Parlamento catalán. Azaña intenta, mediante el diálogo entre diversos personajes, encontrar dónde ha estado el fracaso de la república y de la propia guerra. Sinceramente, hubiera preferido que lo hubiera escrito directamente como ensayo, se habría hecho menos tedioso porque los diálogos entre los personajes se hacen realmente insufribles.
Y hasta aquí, las letras de febrero, a ver qué tal se porta marzo.
LETRAS ENCADENADAS: ENERO.