Los entendidos apuntan a que si no mantenía esa Ley se hubiese quedado sin facultades para continuar su política hacia Cuba, pero habría que ver cuánto más hará en su “flexibilidad”
El entramado jurídico en Estados Unidos sobre Cuba es muy enrevesado, sobre todo cuando se han dictado cientos de medidas ejecutivas y una enorme cantidad de enmiendas a leyes y leyes en si mismas para sostener durante más de 50 años una política de agresión continuada.
Eso es lo que se ha visto este viernes cuando el presidente Barack Obama renovó por otro año la aplicación a Cuba de la Ley de Comercio con el Enemigo, medida legislativa de 1917 que sólo se aplica a la isla en estos momentos. Un alto funcionario del Gobierno explicó a medios de prensa bajo anonimato que esa prórroga implica que Obama sigue manteniendo su autoridad y “flexibilidad” para relajar las sanciones a Cuba mediante decretos ejecutivos.
En otras palabras, el mandatario contra sus deseos no la podría eliminar pues de lo contrario perdería facultades discrecionales para modificar precisamente el sistema de sanciones contra la isla. Tiene que mantener una ley punitiva para contrarrestar sus propios efectos. Tal es la paradoja.
La llamada Ley de Comercio con el Enemigo a la que John F. Kennedy recurrió en 1962 para implementar el bloqueo económico a la isla, tras varias decisiones ejecutivas que venían aplicándose desde 1959 por su antecesor Dwight Eisenhower, ha sido renovada desde entonces, año tras año, por los nueve siguientes presidentes. Esa legislación autoriza al mandatario a imponer y mantener restricciones económicas a Estados considerados hostiles.
Algunos comentarios publicados en la prensa estadounidense señalan que el efecto de esa ley en términos de las sanciones a Cuba es más simbólico que real porque el bloqueo se ha reforzado a lo largo del último medio siglo mediante otros estatutos, incluido uno que estipula que solo el Congreso puede levantarlo por completo.
Efectivamente, como parte de la legislación Helms-Burton se aplicó como elemento adicional la codificación de bloqueo en y en un precedente inaudito se dejó en manos el Congreso la decisión de levantarlo, siempre bajo ciertas condiciones como era el deseo de los sectores políticos estadounidenses más recalcitrantes y la presión de la mafia de Miami.
Pero el simbolismo es en apariencias. Desde hace varias semanas, Robert Muse, un abogado en Washington, DC, con experiencia en las leyes estadounidenses relacionadas con Cuba, viene advirtiendo que “La Ley de Comercio con el Enemigo es, con mucho margen, el estatuto principal que activa el embargo (bloqueo). Pero también es el único que confiere la actividad ejecutiva al presidente para relajar el embargo a Cuba”. De acuerdo con sus comentarios fue en base a esa ley que Estados Unidos adoptó en 1963 las regulaciones para el control de activos cubanos, que prohíben toda transacción financiera con Cuba no autorizada por el Departamento del Tesoro y que suponen “el 95 % del embargo”.
El jurista comentó a la prensa que a primera vista, Obama entraría en una contradicción si, después de ocho meses insistiendo en que el Congreso debe levantar el embargo, mantenía a Cuba vinculada a la ley que permitió instaurar esa medida hace cinco décadas. Pero argumentó que, si Obama dejaba que el 14 de septiembre caducara la disposición sobre Cuba en la Ley de Comercio con el Enemigo, podría perder su “flexibilidad para conceder permisos y cambiar las reglas” de aplicación del embargo (bloqueo), que pasaría a estar en manos del Congreso en todas sus dimensiones.
El aval de Muse sobre el tema es muy alto. Entre sus clientes se encuentran las principales empresas dedicadas al comercio internacional y la inversión extranjera directa. Ha testificado sobre temas legales relacionados con Cuba ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos; la Comisión de Asuntos Exteriores y Comercio Internacional Permanente de la Cámara de los Comunes canadiense; la Subcomisión de Comercio de la Comisión de la Cámara de Representantes de Medios y Arbitrios y el Comité de Relaciones Económicas Exteriores del Parlamento Europeo (Bruselas), así como el grupo entre los partidos del Parlamento sobre Cuba (Estrasburgo).
“Si Obama usa su autoridad ejecutiva respecto al embargo, éste se quedaría como un trozo de queso que tiene tantos agujeros que ya no le queda queso. Sería una reliquia”, advirtió este renombrado abogado.
Otros estudiosos del complicado entramado legislativo estadounidense coinciden en esa apreciación de que el mandatario puede hacer mucho más y que su margen de maniobra es muy elevado. Sustentan el fundamento de que son pocas las limitaciones que tiene como, por ejemplo, no puede autorizar el comercio de bienes de subsidiarias norteamericanas y Cuba; tampoco puede consentir transacciones con propiedades nacionalizadas a estadounidenses; no puede autorizar los viajes con fines turísticos ni puede violar la determinación de que en el comercio de productos agrícolas , Cuba debe pagar en efectivo y por adelantado. Obama, igualmente, no puede abolir el bloqueo.
Pero en todo lo demás, puede actuar en correspondencia con su autoridad. Así que, como dice el amigo Taladrid, saque Ud. sus propias conclusiones.
Fuente: CubaDebate