Así comienza la historia y, en tan solo un par de capítulos, la narración se lanza por completo hacia la acción. June y Day se prefiguran como antagonistas y complementos desde un primer momento. En esto es innegable la colaboración de una novedad en este tipo de literatura: el punto de vista doble. De forma alternada, los capítulos son narrados desde el punto de vista de June y Day. De esta forma se expande el horizonte y se retratan más espacios de la ciudad. El lector recibe, entonces, un panorama muy amplio que le permite comenzar a formarse una opinión sobre el gobierno que rige la ciudad - y, también, a prefigurar respuestas que sólo se atisban al final del libro.
Marie Lu arma un festín de acción y escenas rápidas y tensas, poniendo a sus protagonistas en las situaciones más disímiles e imposibles que a uno se le pueda ocurrir. La velocidad de la narración se combina con escenas reflexivas e introspectivas que buscan reflejar la psicología de los personajes y que, a veces, no funcionan de la mejor forma. No obstante, la narración en ningún momento cae en clichés o escenas demasiado recargadas o extensas.
Intriga, suspenso, complots gubernamentales, encierros y asesinatos, todo se combina con una versión distópica de Romeo y Julieta haciendo de Leyenda una mezcla interesante y entretenida, emocionante y, sobre todo, adictiva.
June y Day son otro de los logros de la novela. La doble perspectiva narrativa me intimidó al principio, porque temía que la distinción entre una mentalidad femenina y una masculina fuese pobre. Pero Marie Lu toma las riendas de ambos personajes y los define como lo que en realidad son: productos de la República. Ni hombre, ni mujer, son meros soldados de un sistema que los ubicó en polos opuestos de la sociedad.
La historia de amor se anuncia ya en el hecho de que hay dos protagonistas igual de importantes. Quizás la forma en que esta certeza es desarrollada en el libro queda a medio camino. Pareciera que Marie Lu no puede despegar la historia de amor del simple hecho de que es algo que debe ocurrir. No me pareció percibir demasiadas sutilezas, sólo una idea vaga de destino que une y que, dentro de una distopía militar como esta, suena débil.
Así y todo, Leyenda se erige como una sólida novela juvenil que logra hacerse un lugar en el espacio que abrieron sagas como Los Juegos del Hambre y Divergente. Sociedad distópica, protagonistas adolescentes, y una novedad: un punto de vista doble. Todos ingredientes que señalan un éxito instantáneo. Efectivamente, Leyenda es eso: una lectura que atrapa y obliga a leer, a pesar de su previsibilidad.