Un día mi madre me llevó a hacer la más extraña de las cosechas. A recoger chorimas, flores de tojo. Entre espinas, e las zarzas, picábamos moras como petirrojos. Pero ¿qué sentido tenía recolectar la flor del tojo?Pasarían años hasta saber la leyenda de Bretaña en la que se cuenta que Dios quiso crear la flor más hermosa y fue pintando chorimas en una vara, con ese amarillo que después recuperó Van Gogh. El caso es que el Demonio estaba escondido, y cuando Dios acabó la obra y marchó, fue el Enemigo y pintó las espinas. Así nació el tojo como el símbolo de la vida en las voces bajas, en sus coplas y canciones: un blasón de espina y flor.
MANUEL RIVAS De su libro Las voces bajas