Conoce una de las tradiciones más importantes de Toledo. 15 de agosto, el día en el que los toledanos beben de botijos en la Catedral.
Y que en el claustro catedralicio, rodeado por anchos pasillos decorados por las manos de Balleu y Maella, existen unos pozos o cisternas que recogen las aguas de lluvia de todos los tejados que allí van a parar pertenecientes a la Primada.
Las aguas de estos pozos son dadas al público gratuitamente el día y víspera de Nuestra Señora del Sagrario, patrona de Toledo (fiesta de la Asunción, el 15 de agosto), en parte para aliviar el calor que -generalmente apagado por el frescor de los anchos muros de la Catedral-, es intenso en estas fechas.
Esta tradición parte del siglo XVII, cuando finalizadas las obras de la Capilla de la Virgen del Sagrario se realizaron ocho días de fiestas en acción de gracias, y habiendo acudido numerosas gentes de los pueblos de alrededor, era tal el calor intenso que numerosos fieles abandonaban la catedral para refugiarse en lugares más frescos –si cabe-.
Ante tal problema, las autoridades eclesiásticas de la época ordenaron la construcción de tarimas para distribuir jarras rebosantes de aguas cristalinas provenientes de los mencionados pozos.
Terminada la fiesta de la tarde, la multitud comenzó a desfilar lentamente fuera de la catedral, incrementando de forma notable la sensación de calor asfixiante propio de un 15 de agosto. El hijo único de uno de los asistentes a tal acto, sufrió un repentino desvanecimiento por tales calores y apreturas, creyendo todos los que le vieron que había muerto por tal y como quedó.
Corrieron algunos de los que allí estaban a por el agua de los pozos de la catedral, que fue arrojada de forma repentina sobre el muchacho, el cual recobró el aspecto habitual de forma inmediata. El pueblo, muy dado a achacar este tipo de sucesos a la mano divina, “atribuyó el resultado a la pronta aplicación del agua, que llamaron de la Virgen, por esta causa, y por distribuirlo en la festividad mencionada”.
Hay también otra leyenda, más conocida por los toledanos, que cuenta cómo la imagen de la Virgen del Sagrario, durante la reconquista de la ciudad por Alfonso VI en el 1085, fue rescatada del pozo del claustro donde allí fue escondida para protegerla de la invasión musulmana (proveniente de la anterior iglesia visigoda que en este mismo lugar se levantaba) y a partir de aquel momento estas aguas han recreado numerosos milagros y curaciones para aquél que la consume.
2015: esta tradición vuelve a hacerse en el claustro de la Catedral, tras llevar varios años haciéndose en el exterior, en la puerta del Reloj.
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