A mediados de la década de los ochenta, el naturalista Jesús Garzón, considerado el pionero en la investigación del lobo ibérico, a punto de ratificarse en el Congreso una ley que acabara con las batidas, responde así sobre el tema para una revista nacional:
“Seríamos mucho más pobres culturalmente si desapareciera el lobo. Se desequilibrarían los ecosistemas donde habita, desaparecería prácticamente el mastín español conservado en pureza por los pastores para combatirle y, en suma, se acabaría con una de las referencias de la vida del hombre al que siempre ha estado ligado este animal”.En aquel momento se contabilizaban en España unos doscientos ejemplares, que se repartían por Sierra Morena, Sierra de San Pedro (entre Cáceres y Badajoz) y la zona situada al oeste de Ciudad Rodrígo, en Salamanca.Sebastián Moreno, en un amplio reportaje que realiza para Cambio 16, estudia las fobias y misterios que este animal sugiere en las distintas regiones donde habita. Desde el miedo a pronunciar su nombre en pueblos de Galicia, a las supersticiones de las que se hace eco el profesor Grande del Brío al estudiar el lobo que vive en La Cabrera (León). Un pastor que ha visto al lobo, debe abstenerse de mirar a las mujeres embarazadas y a los niños para no transmitirles el llobadio.Hace pocos años se llevó al cine la historia de Romasanta, un caso de licantropía en el que vivió atrapado el orensano Manuel Blanco, pero los ejemplos más inverosímiles se han ido sucediendo en este apartado a lo largo del tiempo Macedonia, el país europeo con el mayor número de lobos, hace una invitación por internet a los cazadores españoles, explicando cómo se organizan allí las batidas y el éxito de las mismas: “Sólo dos cazadores locales –comenta quien lo publicita– mataron en un año más de doscientos lobos”.A los pies de la Sierra de la Demanda, en la Rioja, se organizaron varias cacerías en las que no se pudo capturar ningún ejemplar. Allí se han tramitado más de 300 expedientes donde los ganaderos calculan la pérdida de unas 1000 ovejas y varios terneros. Para calmar los ánimos, “Medio Natural” concedió batidas en Mansilla, Villavelayo y Canales de la Sierra, con resultado nulo. “Vemos ovejas muertas día sí, día también, pero luego en las batidas, nada de nada”.Pero ni aquellos ganaderos ni los afectados en otras regiones, confían en la administración, como denuncia un colectivo de Pastores y Ganaderos del oriente de Asturias a finales de 2006: “Esperamos que las batidas sean realmente para erradicar al lobo y no controlar en la población como se hizo en los años de atrás”.Luego está la otra parte, la de los ecologistas, que califican la actitud de la administración y de los ganaderos como repudiable, siempre que los informes que manejan los técnicos hablan de daños irrisorios.Anpba, una asociación protectora de animales, que había denunciado a la Junta por organizar cacerías, interpuso a primeros de 2004 una denuncia ante la Comisión Europea por la cacería que tuvo lugar en la localidad abulense de Sanchorreja donde sólo se abatió un ejemplar. Luego hay casos que sobrepasan toda comprensión, como el que salta a los medios a últimos de año donde Seprona denuncia a un vecino de Mondoñedo que había criado a biverón a un lobo. Quienes, supuestamente, protegen la Naturaleza, requisan a un animal que está siendo mimado por un hombre.