Leyendas bizkainas: Olentzero

Por Jomeaburro

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Hacía mucho que no os hablaba sobre la mitología vasca, pero la llegada del Olentzero está a la vuelta de la esquina, y es imprescindible saber la historia del misterioso carbonero que nos traerá los regalos (o el carbón, según se haya portado cada uno).

Se dice que un día, una lamia, cuando iba a darse su habitual baño en el regato de un río, acompañada de sus galtzagorris, encontró un bebé abandonado.Le puso el nombre de Olentzero, porque fue maravilloso encontrarle.Lo llevó a la casa de un matrimonio que vivía en el bosque, los cuales no podían tener hijos, y por lo tanto sabía que le iban a querer mucho y cuidarían de él.Y allí vivió Olentzero, ayudando a sus padres haciendo carbón y sintiéndose muy querido.Pero pasó el tiempo, sus padres se fueron haciendo mayores, y llegó lo inevitable: se murieron.Olentzero se quedó solo y triste.


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Una de las veces en las que bajó al pueblo a vender el carbón, tuvo que ir al orfanato a repartir, y contempló cómo había muchos niños sin familia, que se sentían tan solos y tristes como él. Así que una vez llegó a su casa, se dedicó a hacer juguetitos con restos de los maderos que tenía para hacer fuego, y la siguiente vez que bajó al pueblo, los repartió entre los huérfanos, mientras les contaba historias de su vida, de su familia y del bosque. Los niños se pusieron tan contentos, y le hicieron tan feliz, que a partir de ese momento, siempre llevaba juguetitos para regalarles.

Una vez, un incendio se desató en el pueblo, y un par de niños se quedaron atrapados en una casa de madera. Olentzero, sin dudarlo, entró a salvarles, los puso a salvo, pero él no consiguió hacerlo, y murió. En ese momento, apareció la lamia, y, por haber tenido tan buen corazón, le devolvió a la vida, y le encomendó la tarea de preparar regalos y repartirlos la noche de Nochebuena entre todos los niños de Euskalherria y para ayudarle en esas tareas, la lamia le proporcionó sus galtzagorris.


Como me imagino que la canción típica os la sabéis todos, os pongo otra de Olentzero, que también es oída, pero igual no tanto.

¡Zorionak!