Evidentemente el favorito unánime para la Paris Roubaix de 1975 era Eddy Merckx, que había dominado aquella primavera ciclista como nadie nunca lo había hecho antes y como nunca antes lo haría después. Pero las posibilidades de Roger de Vlaeminck también eran grandes, por cuanto ya contaba con dos victorias en el velódromo (por tres de Eddy) y parecía llegar en forma.
La carretera fue de pura eliminación, con todos atentos a los movimientos de Merckx, que en cada tramo de pavés imponía un ritmo duro para ir seleccionando el grupo. Entonces, cuando apenas quedaban una decena de corredores en cabeza a falta de poco más de 30 kilómetros a la meta Eddy pincha. Cambia la rueda y con un esfuerzo supremo vuelve a enlazar, algo que deberá repetir diez kilómetros después tras otro pinchazo. Al fin, a menos de cinco kilómetros de Roubaix el belga vuelve a pinchar, y todo parece haberse acabado para él. Sin embargo este Merckx es casi un bólido, y enlaza con la cabeza de carrera, otros seis ciclistas, antes de entrar en el velódromo de la ciudad de las hiladuras. En ese grupo está De Vlaeminck, que es el único que puede batirle al sprint. Segunda plaza épica para Eddy y la mejor victoria de su carrera deportiva para Roger de Vlaeminck.