Cuando ya tenía en sus brazos, varios leños que fue juntando en el tupido bosque, lo sorprendió una nevisca. Dado que el viento era recio, y la visión casi nula, decidió refugiarse en algún lugar hasta que el grueso de la nevisca pasara.
La leyenda sigue contando que el único refugio que pudo encontrar, fue un "abeto" que era una conífera, que como todas las coníferas mantienen sus hojas durante todo el año, inclusive cuando hay nieve. Así que la copa de este árbol era la única verde en todo el bosque.
El niño perdido, se refugió bajo las ramas de este abeto, que cariñosamente cubrió al niño con sus ramas, y el pequeño se durmió.
A la mañana siguiente salió todo el pueblo a buscarlo, con la creencia de que se habría congelado en el bosque, pero lo hallaron abrazado al tronco del árbol, y cubierto de millones de estrellitas de luces, que no eran más que el sol reflejado en la nieve depositada sobre las púas del abeto.
Desde entonces y en casi todo el mundo, el abeto simboliza al "Espíritu Navideño" convirtiéndose así, en una hermosa decoración que no falta en ningún hogar.
(Como me la contaba mi abuela)