Desde hace miles de años nuestros antepasados han venido observando el cielo y advirtiendo, que el 25 de diciembre era un día muy especial pues el sol llegaba a su punto más bajo en el horizonte y desde ese momento los días empezaban a hacerse más largos, por lo que se empezó a alabar al sol y al renacer de nuevos tiempos de fertilidad para las cosechas …
Todos los dioses, de una forma u otra, nacían en el solsticio de invierno: Horus para los egipcios, Dionisios para los griegos, Saturno para los romanos… y Shiva para los hindúes. El sol siempre fue llamado con distintos nombres y si seguimos todavía quedan Mitra en Persia, Huitzilopochtli en Tenochtitlan, Frey para los germánicos, Inti para los incas, Krishna, Helios, Apolo y también Jesucristo.
Los romanos ya celebraban la Saturnalia, un festival que representaba el solsticio de invierno y honraba al dios Saturno. La festividad tenía lugar con un sacrificio en el Templo de Saturno y un banquete público con intercambio de regalos, ambiente de carnaval y comidas y bebidas. En la época romana, el cristianismo tomó como fecha del nacimiento de Jesucristo la noche del 24 al 25 de Diciembre, fecha que no ha estado demasiado clara, para hacer coincidir la fiesta pagana el solsticio de invierno con el nacimiento de su salvador. Pero hoy venimos a hablar de otras leyendas que también envuelven la magia o el temor de ese día.
Krampus, la bestia secuestradora de niños
Krampus es una criatura del folclore de los países alpinos. Según la leyenda, esta criatura de apariencia demoníaca, castiga a los niños malos durante la temporada de Navidad, al contrario de San Nicolás, quien premia a los niños buenos con regalos. Se dice que Krampus captura a los niños particularmente traviesos en su saco y se los lleva con él a las profundidades del infierno para devorarlos completamente.
Según la leyenda ésta criatura aparece en la noche del 5 al 6 de diciembre, merodeando por las calles durante esa noche, en lo que se conoce como el Krampusnacht, haciendo sonar cencerros y cadenas oxidadas para asustar con su presencia. Su apariencia es representada por una criatura parecida a un Íncubo. Su rostro diabólico está adornado con cuernos en la frente, una larga lengua roja y una cabellera negra. Tiene el cuerpo cubierto por un tupido pelaje oscuro y sus patas son como las de una cabra. En la mayoría de imágenes es mostrado con una canasta en su espalda, en donde coloca a los niños malos para llevarlos al infierno.
Su antigüedad puede rastrearse hasta diez mil años atrás, mucho antes del nacimiento de Jesucristo. La influencia alemana del siglo XIX esparció el mito del Krampus en Croacia, la República Checa, Eslovaquia e incluso llegó hasta el norte de Italia. Las raíces nórdicas de Europa fomentaron la tradición del Krampus. En la Edad Media de Europa las fiestas navideñas se asemejaban más a ‘Halloween’, ya que los campesinos se disfrazaban del demonio navideño para salir a pedir bebidas y comida.
La religión católica condenó y exilió esta leyenda por ser un demonio pagano, sin embargo a finales del siglo XX las fiestas de disfraces y eventos sociales revivieron la esencia del Krampus por medio de espectáculos donde las personas se divierten personificándolo y asustando a la gente en divertidas cabalgatas.
Los 13 jólasveinarnir
Bajo el nombre islandés de jólasveinarnir encontramos unas figuras típicas del folklore islandés. También se les llama Yule Lads o Yulemen. A lo largo de los tiempos su número ha variado, pero hoy en día se considera que son trece. Su cometido es colocar regalos o castigos en los zapatos que los niños dejan puestos en los marcos de las ventanas durante las trece noches anteriores a Nochebuena.
Los orígenes de esta tradición son complicados de establecer y a lo largo del tiempo tanto su número como su función o descripción han variado notablemente, pasando de simples bromistas a monstruos que incluso devoraban a los niños que habían sido malos. En 1932 el poema ‘Jólasveinarnir’ se publicó como parte del libro de poesía popular “Jolin Koma” (Llega la Navidad) por el poeta islandés Jóhannes úr Kötlum. Este poema reintrodujo en la sociedad islandesa todo lo relacionado con Yule y estableció lo que hoy se considera los canónicos “Trece Yule Lads”, sus personalidades y la conexión con otros personajes folclóricos.
Desde muy pequeños, a los niños islandeses se les cuenta la historia de Grýla, una ogresa similar a un troll y madre de los trece jólasveinarnir. Viven todos juntos a un gato negro llamado Yuletide Cat. El cometido de Grýla es el de buscar niños traviesos que se hayan portado mal antes de Navidad para hervirlos en su caldero. La leyenda de Grýla aparece ya en obras medievales antiguas, concretamente en la Saga Íslendinga y en la Saga de Sverre -cxuya primera parte se titula Grýla-, que datan del siglo XIII.
Estos personajes mitológicos se emplearon tanto para sembrar tanto el terror entre niños que en 1746 se declaró un decreto público que prohibió el uso tanto de Grýla como de los jólasveinar para asustar a los infantes. Y según el folklore el enorme gato permanece al acecho sobre el campo nevado durante las navidades para comerse a las personas que no hayan recibido ropa nueva para usar antes de Nochebuena, especialmente a los niños.
La amenaza de ser devorado por el gato era utilizada por los agricultores de antaño como un incentivo para que sus trabajadores terminasen de procesar la lana de otoño antes de Navidad. Aquellos que participaban en el trabajo eran recompensados con ropa nueva, pero los que no, serían presa del gato.
La Befana, una costumbre italiana exclusiva
La Befana es una anciana que vuela sobre una escoba, con la cual se desplaza para entregar regalos a los niños la noche del 6 de enero. No hay que confundirla con una bruja. La Befana siempre tiene el rostro sonriente y busca recompensar a todos los pequeños que han sido buenos con caramelos y chocolatinas, entre otros regalos. Eso sí, aquellos que no lo fueron durante el año, solo recibirán carbón.
Italia es el país encargado de seguir una costumbre que, según la leyenda, guarda relación con la historia de los Tres Reyes Magos. Según el cuento popular, en su trayecto a Belén, los tres magos se encontraron con esta anciana. Estaban perdidos y la Befana les situó en el camino correcto, además de regalarles bolsas de dulces, regalos y carbón.
Melchor, Gaspar y Baltasar valoraron ese gesto de generosidad de la anciana y la invitaron a que se sumara con ellos en la búsqueda del niño Jesús. Sin embargo, la respuesta de la longeva mujer fue negativa, contestación de la que más tarde se arrepintió. El remordimiento de conciencia provocó que saliera en búsqueda de los tres magos sin éxito. Como muestra de arrepentimiento, comenzó a repartir dulces y chucherías a los niños que se encontraba por el camino.
Los Namahage japoneses
En el norte de Japón parte de las celebraciones tradicionales de año nuevo tienen que ver con los namahage, ogros que asustan a los niños en la nochevieja. Estas criaturas deambulan por la ciudad en parejas buscando a niños que se portan mal para llevárselos a las montañas para siempre.
Los namahage son en realidad jóvenes disfrazados con máscaras de demonio tradicionales, así como un abrigo de paja y botas de paja aptas para caminar por la nieve, un gran cuchillo y varas de madera sintoístas. Antes de salir de procesión por las calles de los pueblos de la prefectura, los jóvenes participan en una pequeña ceremonia en el santuario sintoísta más cercano y después van casa por casa en búsqueda de los niños del pueblo. En cada casa, golpean el suelo 7 veces antes de entrar, 5 veces cuando les ofrecen comida y bebida y finalmente 3 veces antes de marcharse…
Los namahage no entran en las casas donde ha habido un nacimiento o un fallecimiento durante el año ni tampoco en las casas donde hay una persona inválida. En estos casos, los ogros golpean el suelo varias veces en la entrada de la casa, pero jamás entran en ella. Después de recibir la visita de los namahage, la familia acude al santuario a dar las gracias a los dioses por la visita de los ogros, que les permite afrontar el Año Nuevo con energías renovadas y vuelven a sus casas a celebrar el Fin de Año.
El origen de los namahage no está claro. Se les asocia con el emperador Wu de Han; otras leyendas cuentan que están relacionados con los dioses de la montaña… Pero lo que sí se sabe es que al menos datan del periodo de Edo, ya que aparecen en un libro de relatos de viajes de la época.
Los Drekavac
Originalmente se pensaba que el drekavac provenía de las almas de hombres pecadores, o de niños que murieron sin bautizar. Se creía popularmente que solo era visible en la noche, especialmente durante los doce días de Navidad (llamados días no bautizados en serbocroata ) y en la primavera , cuando se creía que otros demonios y criaturas míticas eran más activos. Al asumir la forma de un niño, predice la muerte de alguien , mientras que en su forma animal, predice la enfermedad del ganado. Se cree que el drekavac evita los perros y la luz brillante. También se cree que si la sombra de drekavac cae sobre alguna persona, esa persona se enfermará y morirá.
Según las leyendas, aunque los Drekavac no atacan directamente a los seres humanos, cantan un horrible silbido que hiela la sangre e indica, invariablemente, que la muerte habrá de sobrevolar a quien tenga la desgracia de escucharlo. Aunque la criatura se usa en cuentos de precaución para niños, hay adultos que todavía creen en su existencia. Según la guía de un reportero de la revista Duga , aldeanos en la montaña de Zlatibor decian haberlo visto, y muchos habitantes haberlo oído.
En 1992, se informó que en Krvavica , los aldeanos encontraron restos de un animal diferente a cualquier conocido en el área, y afirmaron que era un drekavac. Fue descrito como un perro, pero con una cabeza y patas traseras “parecidas a una serpiente” similares a las de un canguro. Más tarde, se reveló que era sólo un cadáver podrido de un zorro; En 2003, en la aldea de Tometino Polje, cerca de Divcibare , ocurrieron una serie de ataques contra ovejas , y algunos aldeanos concluyeron que habían sido perpetrados por un drekavac. Otros aldeanos no estuvieron de acuerdo, ya que los ataques tuvieron lugar durante el día, en lugar de la noche, cuando el drekavac se supone más activo.
Los Kallikantzaros
Los kallikantzaros, son unos pequeños demonios que forman parte de del folklore de Grecia, Bulgaria, Serbia y algunas partes de Turquía. Normalmente viven bajo tierra pero salen a la superficie mientras duran las fiestas navideñas. Se dice que cualquier recién nacido en estos días corre el riesgo de transformarse en un kallikantzaros, cuando alcance la edad adulta; para prevenir ésta especie de maldición, se envolvía al bebe en trenzas de ajos o paja quemándole las uñas de los pies. En otras leyendas cualquier persona nacida en sábado tiene poderes para ver y hablar con estos seres.
La lista podría ser mucho más larga, pero ciertamente se reduce al mismo fin: atemorizar a los niños con el fin de conseguir un buen comportamiento por parte de ellos. Los monstruos no dejan de ser una parte de nuestro folclore y si para los niños era un mundo mitológico real, sus componentes eran frecuentemente similares a los del mundo mitológico de sus padres. De todos modos alimentar el miedo, asustar o atemorizar a los niños solo sirve para aportar una serie de consecuencias negativas a nivel físico y psicológico.
Fuentes e imágenes: SobreLeyendas // Wikiwand // Japonismo //