Y no es que yo fuese la way del cole precisamente, de hecho, echando un breve vistazo al ratio de público de mi blog, probablemente tú, lector, has vivido en un colegio parecido.A lo largo del libro se me fueron encendiendo varias luces; la primera es una pregunta obvia: ¿En el primer mundo, nos hemos vuelto completamente idiotas? Medio mundo se pelea por ir a un colegio y el otro medio por no ir.Seguro que hay una explicación sociológica para este fenómeno, pero lo que está claro es que hoy en día hay problemas terribles a cuenta del abandono escolar, motines estudiantiles ante la autoridad de los profesores, venta y consumo de droga en el patio de los colegios, bulling y un sinfín más que hacen que se te caiga la cara de vergüenza leyendo a Malala.Después de acabar mis estudios creo firmemente en la necesidad de que todas las personas del mundo reciban educación. Considero que la información nos hace libres, porque sólo cuando hemos tenido la oportunidad de ver y contrastar tenemos la capacidad necesaria para tomar nuestras decisiones con total convicción y es esa convicción la que nos permite avanzar. Pero eso es algo que no supe ver mientras estaba estudiando.
Es esa fuerza imparable la que, a mi modo de ver, es la mayor de las grandezas de Malala. Cada vez que se menciona la edad de la protagonista a lo largo del libro, parece inverosímil que alguien tan joven tenga tanta fuerza y tanta determinación y tan claro lo que está bien y lo que definitivamente, no puede estar bien. Es su fuerza, la de una niña adolescente muy poco común la que incomodó a un ejército terrorista. ¿En qué momento una niña hablando por la radio es motivo de preocupación de unos que, fusil en mano, pueden conseguirlo todo? Parece una broma, pero no lo fue, sino el libro no dedicaría un par de capítulos a su estancia en el hospital.
Por más que lo lea no soy capaz de imaginarme viendo mi mundo desaparecer tal y como lo conozco, destruyendo todo lo que ha sido mi vida y doblegándome ante una tiranía del miedo, teniendo que ceñirme a los dictados políticos y religiosos del mejor armado. Pero la única razón por la que no soy capaz es debido a que formo parte de la sección suertuda de la tierra, porque hay muchos millones de nacidos en los 90 que lo viven día tras día sin necesidad de imaginárselo.
Lo que más admiro de Malala, es su capacidad para saber lo que hay que hacer y su fuerza para hacerlo. Reconozco que me hubiese gustado estar en su lugar ante todos los señores de la ONU y poder reñirles tan bien como lo hizo ella, pero su sóla presencia tiene un plus de autenticidad.
Con su fuerza y su determinación contagiosas yo también creo que se puede conseguir que todos los niños del mundo vayan a la escuela, sin distinción de sexo, país, ni religión; y cualquier otro objetivo que nos pongamos.
Banksy's Girl With Balloon, South Bank, London, 2007