En 1999 estalló en el país africano su segunda guerra civil por los continuos ataques que recibió el ejército de Taylor por parte del grupo guerrillero Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD). Los soldados de ambos frentes saqueaban y quemaban pueblos enteros, violaban mujeres y reclutaban chicos jóvenes para luchar. Miles de personas huyeron de sus casas y llegaron a Monrovia, la capital de Liberia, donde la escasez de alimentos y de agua potable era la dura realidad del día a día.
Como siempre ocurre en las peores circunstancias se ve a las grandes personas, una de ellas fue Leymah Gbowee. Esta madre de seis hijos trabajó desde 1989 como terapeuta en campos de refugiados de los "niños de la guerra", críos que eran reclutados por el ejército de Taylor para convertirlos en despiadados guerrilleros. Con sus pocas armas consiguió unir a mujeres para rezar por la paz, y poco a poco fundó el Movimiento por la Paz cuyas integrantes de diferentes etnias se reunían en el mercado, lugar favorito de las tropas del dictador para secuestrar a sus niños guerrilleros, para realizar protestas pacíficas contra el régimen.
Al principio el movimiento avanzó de forma tímida con tan solo decenas de mujeres pero finalmente Gbowee (que era cristiana) recibió ayuda de la musulmana Asatu Bah-Kenneth y entre ambas consiguieron aliar a miles de mujeres de religiones diferentes. Se dieron cuenta que las dificultades que estaban pasando iban más allá de las creencias: el hambre azotaba tanto a un niño musulmán como a uno cristiano y las mujeres de ambas religiones eran violadas y matadas de igual manera, por ello dejaron de lado sus diferencias y lucharon por la paz.
Su batalla fue siempre pacífica pero muy efectiva. Una de las medidas que dio la vuelta al mundo fue su famosa "huelga de sexo", las mujeres se negaron a mantener relaciones con sus maridos hasta que estos no entregaran las armas y claro, como de esperar era, no tardaron en ceder a sus peticiones. Tras meses de presión consiguieron una reunión con Taylor y le obligaron a prometer que establecería un diálogo con los grupos rebeldes de Ghana. Gbowee encabezó una delegación hacia Acra para supervisar el proceso. Cuando las partes estaban por romper el diálogo, tras seis semanas de conversaciones, las mujeres colocaron barricadas en cada uno de los accesos al salón donde las partes se reunían y encerraron a los hombres. Solo les permitirían salir si firmaban un acuerdo que pusiera fin a la guerra. Sus acciones trajeron la paz a su país y facilitaron el camino para la elección de la primera presidenta africana Ellen Johnson Sirleaf.
La valentía de estas mujeres fue reconocido con un Premio Nobel a la Paz en el año 2011 concedido a Ellen Johnson Sirleaf y a Leymah Gbowee.
Pero la batalla de Gbowee no ha terminado, aún queda mucho por hacer en Liberia. Las mujeres liberianas han asumido un papel de mediadoras: se reúnen para compartir información de problemas de sus comunidades, denuncian violaciones y resuelven conflictos étnicos y religiosos. Y es que, como dijo la propia Gbowee "si hay cambios imposibles en una sociedad son las madres las que pueden conseguirlo".