Li Shangyin, el poeta barroco

Por Tiburciosamsa

Normalmente el que se acerca por primera vez a la poesía china, los primeros poetas que lee son Li Po y Tu Fu. La impresión que saca de esa lectura es que la poesía china es sencilla, intimista, muy pegada a lo cotidiano y a las pequeñas cosas y muy atenta a la naturaleza. El choque viene cuando a continuación descubre a Li Shangyin.
Li Shangyin vivió en el siglo IX, cuando la dinastía T’ang había entrado en su ocaso y la edad de oro de su poesía empezaba a quedar atrás. Después de los desastres del siglo VIII, ya no había ganas de abordar temas delicados. La vida podía ser muy jodida, para que nos vamos a engañar. A nivel estilístico y lingüístico, pasó lo que ha pasado en muchas otras literaturas después de haber alcanzado una edad de oro clásica, que los poetas comenzaron a explorar los límites del lenguaje y se volvieron enrevesados y barrocos. Li Shangyin fue uno de éstos. Tal vez el mejor de todos ellos.
Como tantos grandes poetas chinos, Li Shangyin se pasó la vida tratando de trepar en la pirámide administrativa imperial para ver una y otra vez cómo sus expectativas caían por tierra. Y es que Li Shangyin sabía manejar muy bien los tiempos poéticos, pero en lo que a los tiempos políticos se refiere, era una nulidad.
Durante una buena parte de su carrera hubo una guerra burocrática entre dos facciones, Li Deyu y Niu. Li Shangyin se las apañó para estar siempre de buenas con la facción equivocada. Peor todavía: se casó con la hija de Wang Maoyuan, que jugaba un papel prominente en la facción Li Deyu. Es el tipo de movimiento que resulta brillante si eres un tipo maniobrero y hábil o que puede terminar en catástrofe si eres un poco torpe. Li Shangyin era lo segundo. La boda le ganó la inquina de la facción Niu y los réditos que le hubiera podido sacar quedaron en nada por su mala suerte: cuando el Emperador empezó a favorecer a la facción Li Deyu y Wang Maoyuan hubiera podido recompensarle con un buen puesto, Shangyin estaba retirado, de luto por la muerte de su madre. Para cuando dejó el luto, su suegro había muerto y pronto la suerte de la facción Li Deyu empezó a declinar.
Al menos la suerte le sonrió algo al final de su vida. En 851 pasó a trabajar con el Gobernador Liu Zhongying, que era una estrella en alza. Zhongying supo apreciar la valía de Shangying. Cuando lo trasladaron de Sichuan a un puesto muy lucrativo en la capital, se llevó a Shangyin consigo. Justo en ese momento, cuando las cosas parecían enderezarse y las perspectivas eran brillantes, su salud empezó a resentirse. Shangyin murió en 858. Sólo tenía 44 años.
Li Shangyin se ha hecho famoso en la poesía por dos cosas: por lo enrevesado de sus poemas y por sus composiciones de temática amorosa. Los chinos son muy pudorosos para sus sentimientos. Nada choca más a un chino que un Espronceda llorando su amor por Teresa (“¿Quién pensará jamás, Teresa mía…” y demás mandanga). Eso es como eructar en público.
Cuando se habla de lo enrevesado de la poesía de Li Shangyin, se ha hecho tradicional entre los chinos referirse a su poema “El laúd”.
Es por casualidad que el laúd decorado tiene 50 cuerdas.Cada cuerda, cada llave me recuerda los años felices.Chuang Tsé al despertar de su sueño, se pregunta si es una mariposa.El rey Wang, avergonzado por su amor, se convierte en un cuco.En el mar de Cang, brilla la luna y las perlas tienen lágrimas.En la Montaña Azul, el sol calienta y el jade emite humo. Todos estos sentimientos pueden esperar a convertirse en recuerdos,tan sólo ya eran entonces sorprendentes.”
Es uno de sus últimos poemas. Se nota que es un poema de añoranza. Para entender las alusiones de los versos tercero a sexto, hay que saber de cultura china. Por ejemplo, el verso tercero alude al famoso dicho del filósofo taoísta Chuang Tsé de que no sabía si era Chuang Tsé que se había soñado mariposa o una mariposa que se había soñado Chuang Tsé. Con esto Shangyin, podría estar aludiendo a que la vida parece un sueño. El verso cuarto alude a la historia del rey Wang que tuvo un romance ilícito y de vergüenza se convirtió en un cuco. ¿Es una alusión a amores ilícitos del propio Shangyin? Puede.
La parte dura del poema son los dos versos finales. En ellos no hay alusiones mitológicas, pero ¿qué quiso decir Shangyin? ¿Por qué pueden esperar esos sentimientos a convertirse en recuerdos? ¿Son reales o han sido soñados? Tal vez podamos verlos como una reflexión desengañada del poeta sobre su propia vida. La duda de si vivió realmente lo que creyó haber vivido o si todo no fue más que un sueño.
Un ejemplo más acusado del barroquismo de Shangyin es su poema “Peonía”:
La cortina de brocado se ha alzado para mostrar a la Duquesa de Wei.Todavía amontona sábanas bordadas, el Príncipe E en Yueh.La caída de manos remueve los pendientes de jade tallado:talles que se retuercen compiten en la danza, ondeando faldas doradas.En la casa de Shi, ¿cuándo han recortado las velas?En la urna aromática de Xun, ¿el incienso espera que lo quemen?Soy al que dieron en un sueño el pincel multicolor,y quiero pintar las flores y las hojas para enviarlas a las nubes de la mañana.”
¿A que no se entiende nada? Titula el poema “Peonía”, pero no menciona esas flores ni una sola vez. En realidad está hablando todo el rato de la belleza de las peonías por alusiones. Para el lector contemporáneo de Shangyin la gracia estaba en el reto de descubrir esas alusiones. El lector actual se pierde y no comprende nada sin media docena de notas a pie de página.
Un ejemplo: el primer verso alude a la belleza de los capullos de las peonías cuando se abren. Ésa es la imagen que quiere transmitir al hablar de la Duquesa de Wei, que era una belleza celebrada, que levantó su cortina para conceder una audiencia a Confucio. Insistiendo en la imagen, trae a colación al Príncipe E, al que gustaba envolverse a sí y a sus amantes en sábanas bordadas. Y así podríamos seguir analizando cada alusión en el poema, pero el impacto estético del poema habría desaparecido. Uno no puede hablar de poesía y disfrutarla al mismo tiempo. O hace lo uno, o hace lo otro.