LIAM EN MADRID. FOTO: PABLO NICENBOIM MOLINA
El chulismo ilustrado de Liam Gallagher se impone en Madrid
No voy a ir de iluminado por la vida, pero hay variantes que me mola que cuadren para ir a ciertos conciertos. Lógicamente, lo primero es que me flipe. Tengo casi cuarenta palos y soy familia numerosa. Pero os tumbo a cualquiera. Pero sigo: O que al menos me interese razonablemente. Liam Gallagher me interesa razonablemente porque es quizás el último gran frontman de aquella cosa que escuchaban vuestros padres, hijos. De hecho, Liam Gallagher me flipa. Y así cuadramos la movida (esto se lo he dicho a mis críos, a los mil millones que me pertenecéis, cuanto más tiempo pase menos problemas legales tendré).
El caso es que lo primero que mola es que estamos rodeados de peña to loca con camisetas del Manchester City, con el nombre Gallagher a la espalda. ¿De dónde what the hell salen estos troncos? Bueno, el caso es que están aquí y no están deshidratados en absoluto. Una pava se te contonea encima, pero no en plan sensual no, en plan hospitalización ya. El novio resulta que está detrás y no comprende nada pero al menos no es violento. O no es capaz de serlo. Guay.
Mola estar en Manchester (City, no United) viendo este percal, porque al final resulta que Liam es un poco para ellos como para nosotros los Porretas. Un tipo de música que no puedes asimilar de veras si no tienes una cerveza en la mano, otra en la cabeza, otra en el gaznate y la mejor en camino. Y un montón de colegas exactamente igual.
Justamente por eso es brutal que la velada comience con Rock n Roll Star, de Oasis, que es básicamente la canción que sonará en el funeral de Liam. Y después de semejante desparrame, (What's the story) Morning glory, que es otra movida que dices pero joder, igual eran buenos aquellos troncos.
Pues aquellos troncos eran buenos en su día en generar una crispación contigo mismo que molaba que te cagas pero que Liam ya como que no. O sea, en las primeras filas es total ver al notas salir y mirar desafiante y cantar Rock n roll star y Morning glory. Pero es igualmente alucinante constatar in situ que luego es cartón piedra.
Canta, el notas canta. Y mola porque su voz, así nasal y desafiante, es tan peculiar como malahostiada. Pero igual ya no asusta una mierda y por eso dan ganas de abrazarle y decirle no te tomes la pénul, que total, te va a joder la noche. Liam. Bonito. Básicamente lo que pasa es que el tiempo es duro para todos y que exactamente por eso todos reclamamos un besito con el hermano mayor.
Eso es lo que nos putea un concierto notable. Que comparamos no ya con otros conciertos, sino con lo que sentimos en otros putos conciertos que acontecieron hace veinte fakin años. Pero claro, es que si empezamos a saco con Oasis, qué esperas, Liam. Pues que la peña empiece a comentar lo guay que sería el amor fraternal. Se tira a la piscina el tronco y le sale bien al principio.
Luego ya no, la verdad. Si no llevas siete pintas en el cuerpo se te baja el ímpetu. Incluso a ell@s también les pasa, siguen empujando al azar a los que están alrededor, que sigo siendo yo, pero ya me caen mejor porque flaquean. Y van un par de canciones, es lamentable su historia. La de los hooligans del fútbol que trasladan la movida a la música. Había un pavo tirado en el suelo durmiendo, le intenté hacer una foto pero al no querer poner flash, sallió beyond black. No way niggers.
Y bueno, pues que toca las nuevas, qué sé yo, Greedy Soul y la muy notable Wall of Glass, la nueva buena. Pero aquello ha decaído como nunca preguntes a la gente mayor cómo decae aquella otra cosa. No es por el personal, eh, el ímpetu sigue ahí, pero se mezclan diversos factores como por ejemplo que al maestro de ceremonias se la sude por lo menos un poquito.
Cantar canta y mira que me jode, que igual me busca y me revienta. Pero aquí faltan pelotas. Liam tiene todo el carisma del planeta pero mantener a la peña high & hot (¿esa no es de Katy Perry?) pero decide tenerles a fuego lento. Sin terminar de abrasarles y dejándoles crudos. Liam, cojones, eres un hijo de puta, ni frío ni calor, with or without you.
En definitiva, el gentío se soba y para no sobarse se hace fotos con Julián Ruiz (respetemos a nuestros chiflados). Pero ya basta, vamos al meollo: "Algunos podrían decir que la luz del sol sigue al trueno. Ve y dile al hombre que no puede brillar". Some might say la lía, coño, estamos con un Gallagher y es viernes en la ciudad, hay que ser buen anfitrión y los guiris nos comen la tostada.
Suena entonces Slide away, que me lleva hasta 1994, mi instituto y una puta cinta de chrome que me costó yo que sé, un millón de rublos con la promesa de que ese sonido iba a ser superior. Pues bien, ni entonces ni ahora se cumplió la promesa pero es que al final da igual, se trata de sentir ahora el tintineo de todo lo que lleves dentro. Y hasta aquí puta madre. Pero joder, el estribillo bien vale un potosí.
Esta parte es un rollo, es tan coñazo que me la tengo que saltar. No sé, son nuevas con mogollón de buena intención pero algo me dice que no se las cree nadie. Ni ellos. Y como eso se contagia, aquello se convierte en lo opuesto a la salvajada que en su cabeza tuviera el Liam Gallagher veinteañero. El que no se reconocería con el de ahora ni en el ++++++++ de las +++++ pelotas.
Y no voy a ser yo quien lo desprecie, pero es que todo lo que no es Oasis es como un trámite que nos hace perder el tiempo. Y hablamos de un concierto que ha durado 71 putos minutos de jodido reloj. Es el caso de You better run (canción estupenda con referencia inocua a Helter Skelter de los Beatles). Hubo un rato que fue soporífero para mi y creo que para los que tocaban. No para los del City joder, no, esos de puta madre.
Estamos por acabar pero que quede mazo claro: Lo mejor ha sido Rock n Roll Star y Morning Glory. Dos pelotazos que dices venga va, qué más me da admitir que Oasis fue lo más mejor de mi vida si, total, lo saben hasta en Carabanchel. Pues sí, Liam, y a voy centrarme para acabar porque se me pira: Wonderwall, bis inapelable con Cigarettes & Alcohol y puto fin con la eternidad de Live Forever.Todo esto que os cuento sin que deje de sonar de fondo "Liam Liam Liam Liam" como si fuéramos algún tipo de tribu. Y estoy seguro de que lo somos. Porque hay magia desde que una velada arranca con Rock n Roll Star y acaba con Live Forever. Cojones, lo que ocurra dentro de ambos títulos tiene que ser necesariamente muy necesario y mucho necesario. Como tomarte unas cervezas con medio Manchester en Madrid un viernes en la noche. Pues claro que es necesario, si no ganan nunca, ¿acaso nos vamos a dejar en casa?