En estos meses en que los acosos sexuales sistemáticos de Hollywood están saliendo a la luz, provocando la caída de actores a los que nunca hubiéramos imaginado irse de esta forma, avergonzados y por la puerta de atrás –como Kevin Spacey, a quien Robin Wright sustituirá como única protagonista de la sexta temporada de House of Cards–, una serie como Liar ha tenido el atino de llegar en el mejor momento. Se trata de una historia con tantos aciertos como torpezas, que nos invita a ponernos en la piel de una mujer que dice haber sido violada por un hombre guapo y de éxito... pero, ¿quién iba a creer algo así?
Lo que es Liar
Hay que reconocerle a Liar su ambición: en los seis episodios que la conforman (aunque ya ha sido renovada por una segunda temporada), va a por todas. Está llena de giros imprevistos y de constantes golpes de efecto, lo que la convierte en la perfecta serie maratoneable. Joanne Froggatt, a la que quizá recordéis por Downton Abbey, resulta convincente en el papel de una mujer traumatizada que lucha contra un sistema ineficaz que no protege a las mujeres y, lo que es más: las culpa y cuestiona. Ioan Gruffudd, por otra parte, no llega a desentonar, aunque no me ha terminado de convencer. Quizá habría sido más adecuado recurrir a un actor con más registros, más sutil, como Jeffrey Dean Morgan. Pero soñar es gratis.
Liar juega con el espectador desde el principio. ¿Quién es el mentiroso realmente? Es muy interesante que la serie no desvele la verdad y nos coloque a nosotros, como espectadores, desde fuera, convirtiéndonos en la opinión pública. ¿Nos os recuerda a casos reales y tan mediáticos como el de 'La Manada'? El espectador se pregunta cómo es posible que un hombre tan guapo viole a una mujer –¿qué necesidad tendría?–, e incluso llega a pensar que "quizá no se dio cuenta", "quizá ella no fue clara". Porque tirarse a una mujer que está quieta y pálida como un cadáver no es motivo suficiente como para detenerte a pensar que quizá no está cómoda, por supuesto.
Lo que podría haber sido
La serie, como decía, 'crece' mucho. O, al menos, eso pretende. Desde el momento en que se destapa definitivamente la verdad, se convierte en un relato intenso y un tanto excéntrico. Que no dudo que existan hombres como el que nos destapa Liar, desde luego, pero siento que la serie intenta volverse más y más compleja... para terminar siendo rematadamente simple. O, al menos, no tan jugosa como apuntaba desde el comienzo.
Liar nos habla de un hombre que disfruta tener el control. Dominar a las mujeres, cazarlas. Alguien que es increíblemente inteligente, frío, calculador. Pero esa no deja de ser una imagen un tanto reduccionista de los violadores. Liar nos vende que los violadores son hombres complejos y retorcidos, que actúan de forma premeditada. Monstruos, en definitiva, tal y como mostró la también británica Broadchuch en su estupenda tercera temporada, que abordó el caso de una violación.
Pero, ¿y qué si los violadores pueden ser algo diferente? ¿Y qué si también son hombres impulsivos, estúpidos, "normales"? ¿Cuántos hombres han cometido agresiones sexuales, e incluso han violado, sin realmente saber que lo han hecho? Quizá habría sido más estimulante que Liar explorase ese camino y destapase monstruos menos obvios. Incluso con la aparición del nuevo interés amoroso de la protagonista, cuqui y paciente, es como si Liar nos estuviese diciendo que, eh, #NotAllMen. Para que quede claro.
¿Qué os ha parecido a vosotros Liar?
Isidro López (@Drolope)