Libertad e Ingeligencia

Publicado el 11 abril 2019 por Alberto Alberto Rodriguez Garcia @albertoalmundo

La LIBERTAD es una bendición… y una maldición!

Aparentemente, la libertad parece como una de esas facultades totalmente positivas. Pero la libertad implica un nivel de RESPONSABILIDAD que va creciendo proporcionalmente al nivel de libertad:

LIBERTAD => RESPONSABILIDAD

¿Y cómo se ejerce la responsabilidad? A mi sólo se me ocurre de una manera: Con conocimiento, es decir, conociendo el entorno vital que nos rodea… A mayor conocimiento de nuestro entorno, con más responsabilidad podremos obrar. “Podremos”, no “obraremos”. Porque para que esa posibilidad se materialice es necesario otro importante factor: La inteligencia. La inteligencia procesa los datos que nos llegan, para tener un conocimiento funcional (que sea realmente útil). Por lo tanto, la cadena de implicaciones es la siguiente:

LIBERTAD => RESPONSABILIDAD =>

=> CONOCIMIENTO => VIDA + INTELIGENCIA

Y vida e inteligencia es justo lo que más nos define como Seres Humanos. Vivimos y por eso podemos “absorber” nuestro entorno (mediante nuestros sentidos). Pero también podemos procesar esos datos para que tengan algún sentido. El propósito final de todo esto es que podamos vivir en libertad, sin instintos, y aún así subsistamos. Yo siempre digo que somos un experimento natural, que aún estamos en fase de prueba, por cierto.

Un ser no inteligente no puede ser responsable de nada y, por lo tanto, no puede tener ninguna libertad real, es decir la consciente (consciente de ser libre). Por eso, esencialmente, los niños ni son responsables ni son libres: Aunque sean biológicamente muy inteligentes, aún no disponen del conocimiento funcional y deben ser guiados. Hay muchos otros ejemplos similares, pero vayamos al grano.

Pero suena raro aún que libertad e inteligencia deban ir siempre de la mano… Eso significaría que los más inteligentes en una sociedad deberían ser más libres que los menos inteligentes… POR SUPUESTO! El problema es que no hay ningún marcador objetivo de inteligencia y entonces esa posibilidad se anula. De todos modos, los individuos más inteligentes suelen actuar más libremente, aunque eso implique saltarse las normas (leyes) mucho más. Otro tema diferente es si esa percepción de la inteligencia propia es objetiva y qué riesgo se asume al equivocarse.

Llegados a este punto, parece ser que el nivel de libertad de un individuo dado, le permite vivir de una forma óptima en su entorno. Es decir, libertad es el sustituto o el complemento (depende de las proporciones y su uso) del instinto. En realidad, la cadena de implicaciones anterior, provienen de una cadena de “consecuencias”:

vida + inteligencia => conocimiento => responsabilidad => libertad =>
=> infinidad de opciones vitales

Es decir, lo que nos ha dado la libertad es nuestra capacidad racional, no al revés, obviamente. De la misma forma, en el caso de la ausencia de inteligencia, la anterior cadena parece simplificarse como sigue:

vida + instintos => opciones vitales muy limitadas

Por lo tanto, parece admisible que el fin último de la inteligencia en la Naturaleza, a través del Ser Humano, es acelerar su proceso de Evolución, ya que, al experimentar mucho más (más opciones) el Ser Humano se enfrenta a muchas más variantes en su entorno, que aceleran la Selección Natural de una forma exponencial… Es decir, el Hombre actual, puede volar, por ejemplo. Esa experiencia le reporta tanto beneficios como inconvenientes. Esos inconvenientes (cáncer debido a las radiaciones solares, por ejemplo), le pueden hacer evolucionar en ciertos sentidos que, si no hubiera sido libre/inteligente, nunca hubieran aparecido.

…el fin último de la inteligencia en la Naturaleza, a través del Ser Humano, es acelerar su proceso de Evolución…
Por lo tanto, una primera e interesante conclusión es que la inteligencia no fue introducida en la Naturaleza de forma arbitraria, aunque las leyes de la Evolución natural puedan parecer arbitrarias en sí mismas. En cualquier caso, parece que la inteligencia no contradice a la propia Evolución de las especies, como a veces parece. Pero este no era el tema que yo quería desarrollar.

Los límites de la libertad

Otro punto interesante, más político, es que la libertad es un MEDIO no un FIN en sí mismo. Es decir, la libertad, como se ha visto antes, es una herramienta de la evolución, como son las mutaciones genéticas espontáneas que se dan entre generaciones. Por lo tanto, al ser un medio y no un fin, se debe “modular” su importancia. Es decir, la libertad para el Ser Humano no debería tener un valor absoluto, sino relativo, muy relativo. Esta relativización implica directamente, que existe un factor más importante y/o absoluto que la propia libertad. Y recordando el objetivo fundamental que persigue la libertad (o inteligencia), que no es más que favorecer la vida al Ser Humano, posibilitando más y mejor su evolución natural, parece ser claro que libertad sin un sentido práctico no tiene razón de ser. Un sentido práctico que realmente mejore la vida de los individuos.

Por lo tanto, la libertad debe siempre ir de la mano de la “eficiencia vital”, o natural. La libertad puede dar resultados negativos que sólo sirven a NIVEL DE ESPECIE para poder explorar otras opciones evolutivas. Pero esos resultados negativos no sirven de nada al nivel del individuo que los sufre. Por lo tanto, la libertad debería siempre estar modulada por la inteligencia.

Se establecen, por lo tanto, dos relaciones contrarias entre inteligencia y libertad, que establecen una rango de libertad para el individuo que la ejerce:

la INTELIGENCIA permite la LIBERTAD
la INTELIGENCIA limita la LIBERTAD

Esta relación, mediante la que limitamos nuestro nivel de libertad mediante la inteligencia se ejemplifica muy fácilmente: No nos tiramos “libremente” por un precipicio porque sabemos (inteligencia) que nos mataríamos. Es decir, no somos libres totalmente ya que nuestro propio cuerpo y entorno físicos nos imponen unas limitaciones infranqueables. Y si insistimos en ignorar esas limitaciones entonces morimos.

En definitiva, la relación entre inteligencia y libertad es de “amor/odio” ya que la inteligencia es el factor que permite la inteligencia pero a la vez es el factor que la restringe.

Además, esa limitación de la inteligencia no impide que la libertad pueda dar resultados negativos para el individuo, pero “asumibles”. Es decir, no son resultados catastróficos para el propio individuo, como el tirarse por un precipicio, por ejemplo. Es decir, comprobamos que la aplicación de la inteligencia para limitar la libertad no impide el objetivo esencial de la libertad, la evolución de la especie. Es más, sólo los menos inteligentes (los idiotas) son los que no tienen ese límite a su propia libertad y por ello, muchos de ellos se “extinguen”, utilizando la terminología evolutiva aplicada a cierto ADN. Es decir, sólo los “tontos se extinguen”. Por lo tanto, vemos que la característica “inteligencia” se protege a sí misma, lo que también viene a confirmar toda esta teoría.

La Ley es para los tontos

¿No podríamos ser solidarios con los “tontos” y limitarles su libertad individual acorde con su capacidad intelectual para así evitar que se extingan y así permitir que sus descendientes, ya no tan “tontos” tengan la oportunidad de vivir, ya con más libertad y así, con todo, la Evolución sea aún más rápida y eficiente?… Es una pregunta muy larga, pero creo que se puede entender bastante bien. Y creo que la respuesta es un rotundo SÍ…

Si limitamos la libertad de los individuos de una sociedad en relación a su capacidad intelectual hacemos una triple “buena acción”:

  • Al propio individuo, al que lo protegemos ante su propia irresponsabilidad.
  • A los otros individuos, protengiéndolos de los más irresponsables.
  • Y a la especie, permitiendo que los descendientes de un individuo poco inteligente (responsable, libre, etc) tenga la opción de ser más inteligente (…) si sus mutaciones de ADN así lo permiten.

El problema sería pues, identificar a los “tontos” para poder limitarles su libertad, es decir, aplicándoles leyes, que a los otros no les serían aplicadas (no las necesitarían). El problema para esta hipotética situación es que aún no sabemos valorar objetivamente el nivel de inteligencia de un individuo y, por lo tanto, no podemos aplicar leyes de forma selectiva, y éstas deben ser de aplicación general, tanto a los “listos” como a los “tontos”.

Por lo tanto, para acabar, no queda otra opción (al parecer) que crear leyes muy generales, y por lo tanto, muy poco restrictivas, pero muy obvias (objetivas) que sean de aplicación segura a cualquier individuo de una sociedad. Los inteligentes ni deberían pensar en ellas (aunque por humildad estaría bien que las conocieran, por si no son tan inteligentes…) y los menos inteligentes podrían aferrarse a esas leyes para poder vivir seguros y, al mismo tiempo, convivir en paz con los demás individuos.

Por lo tanto, de toda esta argumentación, se deduce que la libertad absoluta no es en absoluto un objetivo a perseguir y que, sin embargo, hay que establecer leyes que la coarten. Eso sí, esas leyes siempre deben ser “de mínimos” para no interferir en la libertad individual que la Naturaleza le confiera a todo ser, regulada por su inteligencia.

Gobierno de inteligentes: Científicos y sabios (Tecnocracia + Sofocracia)

Las leyes, que ya se ha visto son necesarias, serían totalmente anecdóticas para un individuo muy inteligente, ya que él mismo las deduciría. Y son precisamente estos individuos más inteligentes los que deberían instaurarlas, imponerlas. Pero deberían ser leyes muy “naturales” para que cualquiera que las siguiera al pie de la letra estuviera seguro que no está infringiendo ninguna norma esencial o natural. Es el problema de las leyes positivas actuales: Que muchas están muy alejadas de las leyes naturales y que, por lo tanto, son muy peligrosas para la convivencia de una sociedad.

Una ley debe ser muy “natural”, es decir, representar a alguna ley natural que afecte al comportamiento social de los Hombres. Pero eso es muy complicado ya que el comportamiento social es un concepto muy subjetivo y difícil de simplificar en una ley… Por eso, es necesario acudir a los datos más objetivos que existan para legislar. Y lo más objetivo que tenemos a nuestro alcance son los resultados científicos. Es decir, el buen legislador debería ser muy científico.

Pero a parte de ser muy técnico (científico), un legislador debe entender muy bien las consecuencias y/o implicaciones sociales de los resultados científicos y eso no lo sabe hacer por definición el mejor de los científicos. Por lo tanto, hay que buscar otra categoría personal que englobe tanto la capacidad técnica como la capacidad de integrar multitud de datos técnicos y sacar conclusiones sociales de ellos. Podríamos hablar de sabios, para referenciar este tipo de personas.

Los equipos de gobierno podrían estar liderados por este tipo de “inteligencias sociales”, sabios, rodeadas de “inteligencias técnicas”, técnicos. Los técnicos tendrían dos misiones esenciales:

  • Asesorar a sus líderes, sabios pero no infalibles a nivel técnico.
  • Controlar a sus líderes, sabios pero humanos, ante los errores técnicos más evidentes.

Con este tipo de gobiernos se podrían legislar efectivamente sobre temas tan controvertidos como los siguientes:

  • El aborto o la eutanasia: Serían regulados por médicos, biólogos, antropólogos, genetistas y los líderes sabios correspondientes. Decidirían entre todos si es aceptable matar a un embrión o no y bajo qué circunstancias exactas.
  • La economía, debería estar dirigida por reconocidos economistas, empresarios, etc; que tuvieran experiencias en este sector y pudieran argumentar sus opiniones suficientemente.
  • Cambio climático.
  • Demografía.

Y todos los individuos deberían acatar las normas (leyes) que salieran de estos gobiernos, sin discusión. Estos gobiernos se deberían renovar con la incorporación de nuevos y mejores científicos periódicamente. El problema es cómo elegirlos si no es a través del sufragio universal (democracia). Deberían existir restricciones legales como la formación universitaria obligatoria y especializada para cada ministerio. Además, se deberían pedir responsabilidades ante programas electorales incumplidos y otras similares.

Democracia y demagogia

La democracia es todo lo contrario a un gobierno “de inteligentes”. Democracia implica dejar que la parte más ignorante de la sociedad dicte las leyes para todos, incluso a los muy inteligentes. Una verdadera burrada.
Contra los efectos devastadores de la democracia, el medio menos malo para seleccionar a nuestros políticos, lo único que queda es que los intelectuales (los más inteligentes) INSTRUYAN a la sociedad y ésta, descarte a los más ignorantes del gobierno.

Lo que ocurre es que los ignorantes utilizan muy bien un recurso para protegerse de la inteligencia: La DEMAGOGIA. Son idiotas, pero su nivel de idiotez les es suficiente para manejar la demagogia suficientemente bien. Ante esta arma, los intelectuales deben también utilizar la demagogia para llevarse a los “borregos” a su redil y allí, empezar la instrucción propiamente dicha. De nada sirve intentar instruir a una masa aborregada que está siendo bombardeada con argumentos demagogos, ya que éstos llegan antes al sistema emocional de las personas y anulan sus procesos de razonamiento.

Por eso estamos presenciando una guerra demagógica actualmente, en la que es complicado ver a priori quién tiene la razón (el intelectual) y quien es el ignorante que se cree con la razón. El intelectual debe, por lo tanto, provocar, atacar al ignorante manipulador, para traerse a su redil a las mentes más débiles y luego, en esa posición de seguridad, instruirlas para que se puedan enfrentar a la demagogia por sí mismas. Es lo que hacemos con nuestros propios hijos: “si ves a un desconocido que te regala un caramelo, no lo cojas”, y luego les explicamos por qué no deben cogerlo. Pero lo primero es sacar del “campo de batalla” a la gente inocente y luego instruirla para su propia auto-defensa, si sirve la analogía.

La demagogia es el acto violento por excelencia en nuestra era y hay que combatirla con más y mejor demagogia, para luego pasar a la instrucción.
La demagogia es el acto violento por excelencia en nuestra era y hay que combatirla con más y mejor demagogia, para luego pasar a la instrucción. Esta fase, la instrucción no existe en los demagogos ignorantes. En este caso, la fase de instrucción se sustituye por una fase de “instrucción manipuladora”, donde se formarn los nuevos manipuladores. La evidencia es que esta gente no sabe razonar lo más mínimo y repiten como loros las consignas demagogas (“bonitas”) que les dictan sus manipuladores. En general, hay que desconfiar de todos los “caramelos” gratuitos que nos ofrezcan. Si alguien se nos acerca y nos “vende” algo (un bien por otro) entonces es más creible. El problema es el que hemos mencionado: Un ignorante que no conoce ni esa norma mínima (un bien por otro) sólo responde a actitudes demagogas y es por ahí por donde hay que “cazarlo”.

Conclusiones

Hecho este largo inciso, sobre las formas de gobierno, creo que se puede confirmar que la libertad absoluta es una utopía absoluta y que siempre serán necesarias leyes de aplicación generalista y no sólo acuerdos voluntarios entre individuos, como pretende el liberalismo/libertarismo. Y el problema de cómo elegir a los legisladores pasa por combatir la demagogia con más demagogia, pero en este caso más efectiva al salir de seres más inteligentes. Y seguidamente, a diferencia de los reales manipuladores, instruir al ignorante. El problema hasta ahora es que los intelectuales han intentado convencer a los que no querían razones, sino sólo emociones.

Ya aterrizando en el panorama político español, VOX es el único partido que intenta instaurar leyes naturales (inteligencia) y además utiliza la emotividad para “captar” a los ignorantes que han sido hipnotizados por aquellos “ingenieros sociales” que han instaurado leyes positivas muy alejadas de las leyes naturales y que, por lo tanto, están llevando al caos a la sociedad española, de una forma muy alarmante.

VOX es un partido que apuesta por esa libertad comedida y ajustada a la ley natural e impuesta por líderes sabios, rodeados de técnicos que garantizan la naturalidad en esas leyes.

El resto de partidos, sólo pretenden inventarse una “realidad” (Naturaleza) inexistente pero muy “bonita” y crear leyes que se adecuen a esa realidad simulada, con lo que las consecuencias son desastrosas, como estamos viendo en la actualidad y en multitud de campos socio-políticos.