La presencia de Nicolás Maduro en la 69ª Asamblea General de la ONU fue precedida por una campaña feroz, dentro y fuera de Venezuela.
Se aseveró primero que no iría, que los problemas que agobian al país -la oposición dixit- no le permitirían articular un discurso. La gran prensa de Estados Unidos se regodeó en el asunto de su extracción social, que si no tiene estatura, que si es un obrero, etc. ¡Pobres, se olvidan de que Maduro fue canciller durante seis años! Bajo la batuta del presidente Chávez, en defensa de la revolución bolivariana, Maduro estuvo en los principales foros mundiales, en años clave para la contraofensiva geopolítica, contrarrestando la permanente injerencia en contra de nuestro país por parte de la derecha mundial. Ese fogueo fue una cátedra itinerante en materias vinculadas a la geoeconomía y política internacional. ¡Hay tantos temas que denunciar y sobre los cuales fijar posición! Maduro no desperdició ni un segundo del tiempo que debía usar: el bloqueo económico a Cuba, el criminal papel de los denominados “fondos buitre”; exigió la refundación de la ONU y reclamó con firmeza la descolonización de Puerto Rico; “hay que luchar por su independencia y soberanía”, dijo. Mientras, un golpeado Obama, un tanto desperdigado, comenzó a alucinar y a hablar desde el espejo del otro, narrando hechos, agresiones, invasiones, bombardeos y atentados contra la paz mundial, llevadas adelante por una gran potencia que -por supuesto- no son los Estados Unidos. Su delirio llegó al clímax cuando abogó por una persona cuyo nombre, obviamente, le escribieron en una hoja, pero él ni sabe quién es. Hay un López que sí es real. Que está preso en cárceles de Estados Unidos desde hace 35 años y que ha sido condenado por sedición a 70 años de presidio por una razón política de peso: exigir la independencia de Puerto Rico del imperio gringo. Es Oscar López Rivera. Nicolás Maduro dijo en su discurso: “Es el preso político más antiguo del mundo”. Con dos condenas, de 55 y 15 años, está recluido desde 1980 y en su castigo ha estado 13 años en confinamiento solitario. López Rivera dice: “Vivo orgulloso de ser puertorriqueño”. Distintas voces se han levantado para denunciar y exigir la libertad de ese patriota. Asalia Venegas S. Periodista/Prof. universitaria