Descubro también con simpatía que una actriz admirable como Fanny Ardant, que bien pudiera esconderse detrás de su carrera cinematográfica, no duda en manifestarse con rotundidad en nombre de la asociación Dosta de Lucha contra los prejuicios y los estereotipos sobre los gitanos.
Los Rom no se mueven dentro de nuestros códigos rígidos pero tienen derecho a una vivienda, una escuela y un médico.
Me resulta esclarecedor, para evaluar la importancia y gravedad del asunto que nos ocupa, el hecho de que 10 de los 500 millones de ciudadanos europeos sean gitanos. O lo que es lo mismo, el equivalente a las poblaciones completas de Bélgica (10’3 M habitantes); Grecia (10’6); Portugal (10’4); Hungría (10’1) o algo más de la de Suecia (9 M Habitantes).
¿Os imagináis que el estado francés tomase medidas de expulsión contra nuestros/as limpios/as, rubios/as, hermosos/as y ricos/as conciudadanos/as suecos/as? Por cierto, por el artículo de Nicole Muchnik he sabido que en la soñada Suecia, los gitanos son una minoría reconocida, pero el 80% de los adultos gitanos suecos están en paro y la mayoría de los niños no acaba la educación primaria.
Termina Nicole Muchnik su artículo con una frase de Friedrich Nietzsche (¡Pensémoslo! Aquel a quien se castiga no es quien ha cometido el delito. Es siempre el chivo expiatorio), pero yo prefiero la que en 1945 pronunció el pastor protestante Martin Niemoeller (1892-1984) y que errónea y comúnmente se atribuye a Bertolt Brecht:
"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí".
Luis Cercós