Esa fue la advertencia de Mustafa Abdel Jalil, presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), en respuesta a un tiroteo entre milicias en una de las calles más concurridas de la capital, donde murieron cuatro miembros de los grupos que participaron en la guerra de las grandes potencias contra Gaddafi.
Más de dos meses después de que los combatientes rebeldes capturaran y asesinaran al líder libio, los nuevos gobernantes de la nación africana siguen intentando ejercer su autoridad mientras los cabecillas de las milicias rivales se niegan a ceder el control de sus tropas y entregar sus armas.
Los diversos grupos armados están compitiendo entre ellos por la influencia en la nueva Libia y creen que para asegurarse de recibir su parte en el poder político necesitan mantener las armas en sus manos.
En tanto, una coalición de brigadas de ex rebeldes rechazó la nominación del jefe de Estado Mayor del futuro ejército libio, y acusó al CNT de haber ignorado a sus candidatos al cargo. Ello es otra prueba de las tensiones exisentes entre las distintas fuerzas que conforman al denominado Consejo, que pretende dar una imagen de transformación política a pesar del clima de desconfianza e inseguridad que predomina en el país.
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