Depende… ¿En dónde crees que se encuentran las cadenas que te aprisionan y en qué lugar habita esa libertad que tu alma anhela?”
Cuando supe de tu vida, recordé el instante en que me descubrí prisionero o de mi nombre, o de mi cuerpo, o en mi matrimonio, o en mi trabajo, en mi sociedad o en mi cultura, en mi vida… y así me experimenté, como un prisionero y así me hacía miserable.
Por eso, en algún momento tal vez, decidí escaparme hacia esa libertad que en mí se hallaba allí fuera, más allá de esos barrotes, y dejé detrás mi nombre, mi familia, mis títulos y mi trabajo, y mi sociedad, y me encaminé también hacia rutas salvajes, y allí fui libre y feliz,… y ese fue uno de mis benditos viajes.
Hoy estoy vivo… encontré que hay también otros viajes y otros caminos hacia la libertad y la dicha plena.
Uno que también recorrí es el que emprenden los que de pronto se descubren prisioneros de sus propias cadenas, los que ven que los barrotes del afuera son un reflejo fiel que les devuelve el espejo de los que tienen adentro. Y estos en vez de buscar en algún lugar otro espejo que les devuelva otro reflejo, deciden mirarse allí y transformarse hacia dentro aprovechando el afuera…
Y llega un momento en que se liberan y experimentan una dicha completa en todo lo que les trae el mundo y se sienten igual de bien danzando desnudos con los lobos del bosque, así como en el medio del subte enfundados en sacos y corbatas. Integran la dualidad y la trasciendan a cada paso, y de pronto arriban a una estación de su camino, en la que descubren que este mundo es perfección en la imperfección que aquí es la única perfecta, y a esa imperfección también abrazan y besan.
Con toda mi alma en memoria de Christopher McCandless, mi amado Alexander Supertramp
Por Andrés Ubierna