La entrada de hoy es novedosa porque, por vez primera, si la memoria no me falla, aparece en este blog un libro que aún no he leído. Se trata de un ensayo escrito por el escritor Alonso Barán que nos acerca a los mecanismos que utilizan nuestros políticos para dirigir pensamientos y manipular mentes. Bastante acertado para estos días de campaña electoral en que deberíamos andar con mil ojos y mil oídos para distinguir entre mentiras y verdades, aunque me parece que andaremos escasos de las segundas. En fin, Alonso Barán es un amigo que está dando a conocer su obra, publicada por Editoral Diálogo y me apetecía haceros llegar esta novedad. Os invito a conocer al autor y su obra a través de su blog, y aquí abajo os dejo un extracto de la obra.
El lenguaje y el pensamiento van unidos. Cuanto más complejo sea nuestro lenguaje más rico será nuestro pensar. Podemos ilustrar esto refiriéndonos a los experimentos con chimpancés y gorilas a los que se les enseñó la lengua de los signos. El primer chimpancé que aprendió el lenguaje de los signos fue una hembra llamada Washoe, que consiguió aprender un vocabulario de 132 signos que representaban palabras. Cuando llegó a los dos años de edad, Washoe combinaba hasta cinco signos en frases del tipo «tú, a mí, sacar fuera, deprisa». Adquirir el lenguaje permitió a Washoe desarrollar rasgos humanos como mentir, maldecir, bromear o intentar enseñar el lenguaje a otros chimpancés. Como podemos ver, gracias a Washoe, el pensamiento se potencia gracias al lenguaje. Los eslóganes políticos pretenden que no pensemos más que en una idea, lo cual para nuestra mente es como si Washoe regresara al estado de analfabetismo. Este es el peligro de fundamentar nuestro pensamiento en eslóganes políticos: unas pocas ideas que dirigen nuestra mente y consiguen que el interés de una clase dominante tenga el aspecto de pensamiento universal.
Tras tantas, espero, aportaciones al librepensamiento, no se nos puede quedar la pregunta en el tintero: ¿cómo podemos saber si nos miente un político? La cosa se complica más cuando se trata de políticos embusteros que despliegan todas las técnicas de manipulación del pensamiento que hemos visto anteriormente. En este caso, para atravesar la armadura de sus mentiras, podemos utilizar un arma blanca: la navaja de Ockham
El individuo se culturiza socialmente y, aunque utilizamos la cultura de manera creativa, pues no somos zombis aquiescentes a todo lo que las normas culturales reglamenten, hay que tener en cuenta que el sentimiento grupal innato en el ser humano nos impulsa a buscar la aprobación de los demás. Esta instintiva necesidad de pertenecer a un grupo hace que, para ser aceptados, adecuemos nuestros comportamientos y opiniones a los del grupo.