Y ellas lucharon por reconquistar sus derechos violados, se fueron imponiendo para que su voz fuera escuchada y sus pensamientos respetados. Fueron descorriendo el velo de la ignorancia y la esclavitud, abriendo un sendero de luz hacia la Libertad plena. Contradictoriamente, por muchos siglos consideradas la mitad esencial de la Iluminación espiritual, estuvieron y todavía están ausentes de las jerarquías de casi todos los templos del mundo.
Tradición versus modernidad Se suele suponer históricamente que la imagen cultural del padre se produjo “hace alrededor de 8.000 años” (Gérard Mendel, 1968). Sería el comienzo de los grandes sistemas patriarcales, el nuevo orden mundial al que acompaña el cambio de sexo de todas las divinidades primigenias; hasta entonces no habrían existido sacerdotes ni dioses sino solamente una diosa universal y sus sacerdotisas. El Patriarcado se basa en la negación de la autoridad espiritual de las mujeres y la negación de la divinidad femenina. Existe una relación entre la posición históricamente inferior de las mujeres y la desaparición de la diosa, del mismo modo que hay un paralelismo entre el papel dominante de los hombres y el monoteísmo (masculino).
De los gremios de constructoras a las librepensadoras laicistas del 19
En el último cuarto del siglo 19, el Feminismo, la Masonería, el Librepensamiento y los positivistas, los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza y el espiritismo constituían un sector sociocultural del que era difícil establecer sus fronteras interiores, frecuentemente existía ósmosis entre todas estas tendencias que, por lo demás, tenían respuestas comunes ante los mismos estímulos. En España, los temas de la educación de las niñas y las escuelas laicas serán el caballo de batalla de todas estas mujeres que lucharán por la emancipación de la mujer en todos los campos y con todas las armas a su alcance. Rosario de Acuña (la Hermana Hipatía) -una de nuestras feministas históricas- ya reivindicaba, en bien de la Humanidad entera, no sólo la igualdad jurídica entre hombres y mujeres sino algo más profundo que parte del género masculino se niega todavía hoy a aceptar: el desmoronamiento de la sociedad patriarcal. Abogó siempre por una sociedad democrática y laica -donde se respetan y conviven todas las creencias y religiones-. Y como ella: Belén Sárraga, Concepción Arenal -como miembro de la dirección del Ateneo Artístico y Literario había sido una de las impulsoras de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, relacionada con los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza-, Ángeles López de Ayala, Carmen de Burgos, Consuelo Berges, Clara Campoamor y tantas y tantas más…. La Espiritualidad laica del siglo 21
Hoy, en el siglo 21, la constante y creciente incorporación de mujeres de todas las edades que llaman a la puerta de las Logias de la Orden pidiendo su ingreso y participación, lo hacen también perplejas ante la realidad de los llamados Masones Regulares -o de tradición escocesa-, que las excluyen paradójica y contradictoriamente con respecto a sus inviolables, aceptados y decretados principios de Igualdad y Fraternidad. Ello supone de facto una inequidad antidemocrática y un anquilosamiento pétreo que denota precisamente un aferramiento al anti-Progreso de la Humanidad -objetivo de la Orden-. Recordemos que desde el siglo anterior el valor de la Igualdad entre las personas de distinto sexo –no sólo la igualdad de oportunidades entre ambas- ya forma parte del imaginario social, legal y político, e incluso el concepto de Diversidad alcanza ya a extenderse en las prácticas políticas, sociológicas y demográficas. Sí es la Masonería Mixta –no excluyente, liberal y de tradición francesa- la que comprende mejor nuestro tiempo presente. Pero si ambos grupos -escoceses y franceses- rechazan el dogma, ¿por qué no se combate con fiereza ese supra-dogma del sistema social perverso, no-igualitario, llamado Patriarcado? ¿Desde qué conciencia, racionalidad, ideología o imaginario o escuela teórica?
Si la Tolerancia –otro de los principios de la Orden- es respeto y consideración hacia opiniones y/o prácticas de los demás aunque sean diferentes a las nuestras, entonces, en esa lógica, no sería respetable el machismo (ergo el Patriarcado) como sistema desigual y opresor que es por definición y que ha sido el preponderante a lo largo de la historia. Además hoy, urbi et orbi, está aceptado que el principal descubrimiento de los últimos tiempos, el que más ha impactado a la sociedad occidental y el que más está transformando los usos y costumbres, es, sin duda alguna, la emancipación de las mujeres como personas libres y por ende su igualdad -desde la diferencia- con respecto a los hombres. Una de las revoluciones que contribuyeron al Progreso de la Humanidad en el siglo pasado ha sido, sin duda, el logro social de la equidad de derechos y deberes de mujeres y hombres, derechos que a ellas se les limitaron durante mucho tiempo -sin cantar victoria por completo pues aún en muchos lugares del mundo se somete al género femenino a bárbaras discriminaciones-.