Obsesionarse con la perfección suele conducir a la frustración permanente.
Por supuesto que nos debemos esforzar para conseguir un buen resultado en todo lo que hacemos, pero si nos pasamos de frenada, jamás estaremos satisfechos… ni siquiera de lo que objetivamente está bien hecho.
Las mujeres actuales somos mujeres sin filtros, que hemos ido eliminando estereotipos y cánones sociales. Somos las que, poco a poco, nos hemos ido desprendiendo de la culpabilidad de no poder llegar a todo (a la familia, al trabajo, a los amigos, a estar radiante 24 horas, etc.), y rechazamos las vidas perfectas, mostrándonos tal cual somos: IMPERFECTAS.
Estamos cansadas, tenemos estrías, cicatrices, ojeras…, el trabajo nos supera o peor aún, nos supera no tenerlo…, para la familia siempre queremos dar más, siempre nos parece poco…. Hay días en los que sólo comemos una tortita de arroz porque estamos gordas y al día siguiente nos comemos una pizza familiar sin remordimientos, porque la merecemos!! Sí, tenemos cambios de humor, muchos…, pero saben qué?? Nos encanta ser MUJER, así, en mayúscula y con el peso de todas sus letras.
No importa el trabajo que hagas, ni la música que escuches. No importa que usemos tacones o zapatillas, eso qué más da?? Lo que importa es que somos libres para elegir el trabajo que nos dé la gana, la ropa que mejor nos venga. Libres para decidir si queremos ser madres o no, libres para salir de fiesta hasta las 7 de la mañana o quedarnos en casa leyendo un buen libro.
LIBRES e IMPERFECTAS, qué palabras tan bonitas!!
“Qué bonitas son las personas cuando se muestran imperfectas y sin pretensiones de ser lo que no son”