"No: Sensato lector: no lea este libro. Devuélvalo ahora mismo a la estantería. No es una cosa seria: se trata tan sólo de una recopilación de inocentes fábulas para niños que escribiera un tal Gianni Rodari (1920-1980), "ex seminarista cristiano convertido en diabólico", según lo definió el Vaticano en el auto de excomunión. Un insensato, vaya, que pensaba que hasta los objetos más comunes encierran secretos, y los cuenta a quienes los sabe observar, y que era capaz de afirmar que ya no hacen falta príncipes ni hadas, ni brujas ni castillos: las fábulas surgen de la realidad más gris, de la obviedad cotidiana, del problema social o de la trivialidad de la vida familiar."
Pocas veces me entretengo en libros infantiles en mi estantería virtual, así que hoy voy a traer un libro pensado para los más pequeños, que me ha parecido particularmente llamativo. Hoy traigo a mi estantería virtual, el Libro de la fantasía.
Recomendar un libro de cuentos siempre es difícil, porque hay que competir con los clásicos, los cuentos del minutos, de los tres minutos (y no olvidemos que vivimos con prisa), los que son para abuelos, padres, niños con miedo, sin él... por eso también debería ser una tarea cuidadosa el elegirlos. El que hoy os enseño es una libro con una recopilación de todos los cuentos de Rodari, un nombre firmemente unido a la fantasía infantil. Rodari: católico, comunista, excomulgado, periodista, maestro... fue, sobre todo, un buscador de la fantasía. Se desentendía de las historias de princesas para buscar las cotidianas y poner al lector unas gafas que lo hicieran trasladarse a otro mundo, en el que esos objetos o situaciones, giraban para deleite de los improvisados espectadores.
Así descubriremos que en Bolonia, se construyó un edificio de helado al que iban los niños a dar un lametón, que si uno es un niño despistado, puede acabar perdiendo una mano, o un pie y que hubo un lugar en el que los niños se dedicaban a romperlo todo. Descubriremos que los estornudos se cuentan y que hay países en los que no se puede tener objetos con punta, ¡ni siquiera clavos! Nos descubrirá que...
"Basta. Deje este libro donde lo ha encontrado. No es para usted. ¿Para qué va a querer saber de la suerte de una violeta en el polo Norte, o qué le ocurrió al cangrejo que decidió caminar hacia adelante? ¿De verdad piensa que tienen algún interés los acontecimientos del Planeta de los árboles de Navidad?"
A estas alturas sí. A medida que avanzamos en los cuentos, descubrimos que también son cuentos para adultos que saben buscar la ironía en las palabras del autor, y también la crítica. Ya conocemos a Lamberto y también el estilo de Rodari que, efectivamente es capaz de construir una historia incluso con el número diez y demostrarnos que "hombre al agua" es una expresión pasada de moda, cuando puede decirse "hombre al cielo". Porque la fantasía no queda confinada a la magia de hadas y brujas, sino que puede esconderse en cualquier objeto, y sólo necesita como llave los ojos de un niño. Y muy posiblemente descubriremos que hemos disfrutado de sus historias, las cuales como mínimo nos habrán sorprendido. Tal vez, incluso nos haya convertido en un adulto que fisgonea en un libro infantil que compró para un regalo. Y mira que el libro nos lo advierte claramente:
"No siga. No vaya a ser que ese loco bajito que usted fue una vez, y al que tanto costó domesticar, no esté domesticado del todo... Quizás sólo esté dormido, y ahora puede despertarse, proferir un largo e irreverente bostezo, y tomar el control. Absténgase a las consecuencias."
Hoy, aprovechando que mañana es el Día del Padre, os invito a recordar la infancia, la niñez (siendo esa fecha, ¿no debería recordar lo contrario? Algo ha pasado). Cuando los cuentos nos parecían historias fascinantes con las que soñábamos al apagar la luz. Y os invito también a compartir esas sensaciones, incluso a regalar fantasía a quienes disfrutan de los cuentos.
Y también os pregunto: Si miráis atrás en el tiempo, ¿cuál era vuestro cuento favorito? A mi me encantaba uno cuyo nombre no recuerdo sobre un Papa Noel que cambiaba la Navidad a Verano para no tener frío.
Gracias