Libros de mudanza

Por Ninyovampiro @ninyovampiro


En los días de mudanza, uno agradece su contención, desde hace ya lustros, a la hora de comprar libros. Contención, todo hay que decirlo, obligada por motivos económicos y de espacio.
Uno también reflexiona sobre por qué queremos llenar nuestras casas de libros que, en el mejor de los casos, leeremos 3 ó 4 veces; por qué compramos un libro que luego no leemos hasta pasados 10 años; o por qué, al contrario, compramos un libro que acabamos de leer para así poder tenerlo siempre on nosotros... Yo personalmente, y debido a las razones arriba mencionadas, soy un asaltador de bibliotecas. De hecho, me podría formular las mismas preguntas: ¿Por qué saco tantos libros que al final sé que no voy a leer?

Desde hace tiempo apenas compro novelas. Hago una excepción, eso sí, con indiscutibles clásicos, por la sencilla razón de que quiero legar a mis hijos una biblioteca como Dios manda.
Sí compro poesía, ensayo e historia, porque pienso que ese tipo de libros sí se prestan más a ser leídos, releídos y consultados de manera errática aunque frecuente.
Y aun así, pese a mi frugalidad bibliotecaria, he perdido la cuenta de las cajas de libros que he hecho en los últimos días. Eso sin contar los que todavía languidecen en casa de mi madre, a la espera de una casa más grande. Quizá ahora ha llegado el momento de rescatarlos.
La mudanza es también el momento de tomar la dura decisión de deshacernos de libros. Y aquí es donde mi contención compradora me recompensa, y demuestra que lo que entra en mi casa está muy justificado. Fijaos si no en los escasos libros que se han quedado fuera del arca:

Mister Pip, de Lloyd Jones. Está bien, pero dudo que lo vuelva a leer. Es uno de esos libros que no me haría especial compañía desde la estantería.
The blunderer, Patricia Highsmith. Lo mismo.

Restless, William Boyd. Muy bueno, pero con una lectura basta.

Medea, Euripides. Clásico indiscutible, sí, pero tengo las obras completas de Eurípides en otro volumen.

Arroz, El País. Uno de esos libros que regalan de vez en cuando. Ya domino el arroz a la cubana.
Y a continuación, algunos de esos libros que se van vírgenes.






An Italian Education Italian Neighbours, de Tim Parks. Creo que éstos eran de mi cuñado.
La Cultura, de Dietrich Schwanitz. Tenía el subtítutlo de "Todo lo que hay que saber" o algo así.
No sé jugar amb mascares, de Mª Àngels Anglada. No sé que tienen los regalos de la biblio por Sant Jordi que nunca me atraen lo más mínimo.
Quatre contes russos, Pushkin, Chejov, Babel y Berberova. Otro regalo de la biblioteca con motivo de Sant Jordi. Nunca me han atraído estas mezclas  de cuentos y autores totalmente sacados de contexto.
Trunk road to Pakistan. No recuerdo el nombre del autor. Parecía un interesante libro de viajes, pero con todo lo que tengo por ahí para leer, ¿cuándo encontraría tiempo para éste?Rose, 1944, de Helen Dunmore. Una miniedición de bolsillo de Penguin. Me remito a mi comentario sobre los cuentos rusos.The Shadow of the wind, Ruiz Zafón. Regalo de mi suegro a mi mujer.
Y ahora, a ver si la compañía telefónica no se demora mucho, me ponen internet pronto, y puedo seguir con las reseñas de lo que sí leo.