Libros encadenados

Publicado el 03 junio 2013 por Molinos @molinos1282



Mayo,  como todo el mundo sabe, es un mes asqueroso  y  me convierte en bicho bola, como sabe todo el mundo que me conoce. El modo "bicho bola" es muy desagradable para la gente que me rodea pero es fabuloso para el ritmo lector: 5 libros y 4 relatos de Cheever.
Para empezar el mes, un comic. “Berlín Ciudad de humo.2” de Jason Lutes. El año pasado leí la primera parte “Berlín. Ciudad de piedras” y por mi cumpleaños cayó la segunda parte de esta trilogía que aún no ha visto publicada su tercera parte. La primera parte terminaba con la manifestación del día del trabajo, el 1 de mayo de 1929, en Berlín donde varios manifestantes fueron asesinados por la policía de la República de Weimar. “Ciudad de humo” no es exactamente una segunda parte porque aunque ciertas historias y personajes de la primera parte continúan también aparecen nuevas historias. Ciudad de humo es más denso y más agobiante. En el primer tomo, a pesar de los problemas y de lo mal que iba todo, había una cierta esperanza, una cierta jovialidad en las ganas de la gente, una fe en la lucha obrera y un interés de los medios por creer en una época nueva, por creer en la República de Weimar. En este tomo el ambiente se va haciendo más denso, más agobiante, más incómodo. Se dirigen hacia lo inevitable, hacia lo trágico. El ascenso nazi se percibe por unos personajes como algo inevitable, otros lo ven venir y se quedan paralizados esperando que en realidad no pase y otros deciden lanzarse por la pendiente del hedonismo, las drogas y el desenfreno sexual.
Me ha gustado muchísimo aunque tenía que dejarlo a ratos porque era demasiado angustioso. Lo recomiendo muchísimo para todo el que le interese Berlín y esa época.  Me gusta además el dibujo seco y sin mucho texto.
La casa del mirador ciego de Herbjorg Wassmo. Este libro me lo regaló mi fantabulosa prima A por mí 40 cumpleaños con una preciosa dedicatoria en la que me decía que le había encantado. A mí me ha espantado…pero mi prima sigue siendo fantabulosa.
El libro es un horror, una historia previsible y que además se parece muchísimo a “Purga” que también me horrorizó el año pasado  (pero Anónima Marta aún así me aprecia). Tora es una niña que vive en una isla en el fin del mundo en Noruega en los años posteriores a la II Guerra Mundial. Vive con su madre, Ingrid y el marido de ésta, un borrachín violento que ¡oh, sorpresa! abusa de ella.  La niña se refugia en sus pensamientos y blablablablabla. Aparecen y desaparecer los edificios del edificio donde vive “El hormiguero”, aparecen sus tíos que son felices, un niño mudo con el que Tora se lleva bien y mil tonterías más. La historia ni avanza ni tiene el más mínimo interés hasta que por fin termina. Se lee deprisa, en diagonal y además no sé si por la traducción o porque Herbjorg es así de mal escritora, el libro no está bien escrito, pasa de una voz narradora a otra y lo que es peor al lector le da igual. Y encima de todo esto…es cursi.
El humo de las pipas y el tabaco de liar se condensaba en torno a la lámpara de petróleo que crepitaba entre las vigas como un animal irritado y somnoliento. La redecilla de la lámpara relumbraba malignamente dentro del cristal formando relámpagos en el brillante gancho de metal”
¿Relumbraba malignamente?? ¿Una redecilla?? Herbjorg…pírate.
La tierra sin alma de James Stern de Ediciones del Viento (me mola esta editorial). No sé cómo llego este libro a mi lista de “Libros pendientes” pero allí estaba y me lo trajeron este año los Reyes.  Es un libro escrito en 1932 con los relatos que James Stern escribió en los años en los que estuvo viviendo en Rhodesia, son en parte ficción pero basados en sus experiencias allí y no sé hasta qué punto algunos de los personajes de los relatos no serán realmente personas que él conoció. 
Los relatos dan una imagen de África alejada de la visión llamémosla más moderna de Kapuscinsky en “Ébano” y más cerca de la mentalidad colonial de “Memorias de África”. Mientras Kapuscinsky ve África intentando comprenderla, los protagonistas de los relatos de Stern simplemente se ven desbordados por África, por su inmensidad, por el calor, las distancias, la soledad, la sequía, el calor, el paso de tiempo tan diferente al europeo. Las relaciones con los negros son siempre de servidumbre y las relaciones con otros blancos están condicionadas por la obligatoriedad de relacionarse, porque no hay opciones. Gente que no tiene nada en común, que en Europa no se dirigiría la palabra se ve abocada a ser “amigos” simplemente porque son blancos. 
Me ha chocado mucho que a los negros se les llama “cafres”, no sé si es porque se ha traducido así, me gustaría ver el original en inglés. ¿Cómo se dice cafre en inglés? 
El libro me ha encantado y me ha gustado mucho el estilo de Stern. Es sencillo, claro, sin florituras pero sabe transmitir la sensación desasosegante y de profunda incomodidad que África causa en los europeos. Puede ser también muy poético.
“Sin embargo, no era fácil seguir durmiendo durante aquellos amaneceres que llegaban tan rápido: era de noche, y de pronto ya era de día. Pero me resistía a despertarme del todo en un instante, aunque sólo fuera por el pensamiento inconsciente de que un día, como una vida, a menudo es más placentero en sus comienzos que en su plenitud o su final”. 


“El club de los optimistas incorregibles” de Jean Michel Guenassia. Morenaza y yo nos traemos un trapicheo de libros y éste me lo ha dejado ella.  
Todos los autores franceses se parecen. Si empiezas a leer un libro de un autor francés aunque sea sin ver la portada se reconoce su estilo y su tono, todos tienen el mismo “color” y hablan igual de las relaciones familiares. Lo mismo ocurre con los americanos, Roth, Russo, Ford, Updike y demás…pero se habla poco de que exactamente igual les ocurre a los franceses.
Es la historia de Michael Marini, un chaval de 12 años que va contando una época de su vida, su llega a la adolescencia; su relación con sus padres, con sus hermanos, los secretos que todas las familias tienen, sus amigos, la relación con la ex novia de su hermano y su contacto con una serie de refugiados soviéticos en un club de ajedrez.
Es una novela muy irregular que va avanzando como a trompicones y dejando historias sin terminar, como si Jean Michel se hubiera aburrido. Algunas partes son directamente increíbles, por ejemplo, la relación de amistad entre Michel con 12 años y la ex novia de su hermano que tiene 20…en fin...eso no se lo cree nadie.  Hasta la mitad más o menos, la novela avanza dando tumbos, sin centrarse y yendo de un tema  a otro sin mucha convicción. No se abandona porque se lee fácil y  quieres creer que Jean Michel quiere contarte algo medianamente interesante.  A partir de la mitad mejora mucho, Jean Michel por fin se centra, deja de un lado las tonterías de Michael y se centra en los refugiados soviéticos y sus historias consiguiendo encontrar el ritmo y enganchar. 
“Hay en la lectura algo que tiene que ver con lo irracional. Antes de haber leído el libro, intuyes enseguida si te va a gustar o no. Lo husmeas, lo olfateas, te preguntas si merece la pena pasar el tiempo en compañía suya. Es la alquimia invisible de los signos trazados en una hoja que se nos quedan impresos en el cerebro. Un libro es un ser vivo”
“Usar el deporte para escaparse es una forma trivial de falta de comunicación”
A pesar de todo lo que he dicho, he llenado un montón de páginas de mi cuaderno con párrafos copiados.
“De mujeres con hombres” de Richard Ford. Este libro lo compré en la Feria del Libro Antiguo del mes de abril en Madrid.
Todo el que me haya leído sabrá que soy muy fan de Ford pero entiendo que no es para todo el mundo. En este caso son tres relatos largos, dos ambientados en París y otro en Montana. El primero “El mujeriego” y el último “Occidentales” se parecen mucho. Dos hombres adultos en París pensando y repensando sus relaciones con distintas mujeres y haciendo mucho el tonto, como casi todos los personajes masculinos de Ford. Ahora que lo pienso, los hombres de Ford piensan tanto y le dan tantas vueltas a todo que muchas veces parecen mujeres…El segundo, el que está ambientado en Montana no se parece nada. Trata de un chico, Larry, que con 17 años emprende un viaje con su tía para ver a su madre que está separada de su padre.  Este relato se parece muchísimo a los que Ford incluyó en “Rock Springs”. 
Como ya he dicho, a mi Ford me flipa pero si queréis empezar a conocerle no recomiendo este libro, mucho mejor “El periodista deportivo” o el que escribió dedicó a su madre. En este me ha recordado muchísimo a Richard Russo en Alto riesgo y también a algunos relatos de Ethan Canin en “El emperador del aire”.  
He leído también 4 relatos de Cheever: “O City of broken dreams”, “The hartleys”, “The Sutton place story” y “The summer farmer”.  En todos aparecen niñas pequeñas, curioso.  Conclusión del mes,  hay que leer “Berlin. Ciudad de Humo”, a James Stern y por supuesto a Cheever.
Y para terminar y antes de volverme al modo bichobola, os dejo este enlace para que consigáis un descuento del  5 % en laCasa del Libro.