Últimamente mi hijo mayor está muy rebelde (más de lo habitual) y es difícil que haga caso en nada de lo que se le pide. Por eso, cuando vi en el catálogo de SM el libro En casa hay reglas , pensé que llegaba en el momento justo, porque necesitamos trabajar con el mayor las reglas básicas que facilitan la convivencia y permiten comportarse de forma adecuada en todos los ámbitos.
Ilustración: Gilles Rapaport
Edad recomendada: De 3 a 7 años
"Cuando salgo de mi cuarto, apago la luz. Mis muñecos ven perfectamente a oscuras"
En casa estamos teniendo problemas con los límites . No sé si es una fase de mi hijo mayor o que no los estamos aplicando de forma correcta. Nadie nace enseñado y nosotros vamos aprendiendo a ser padres sobre la marcha. Entre otras cosas, estamos aprendiendo a ser claros en la explicación de las reglas, a diferenciar "castigo" de "consecuencia", a mantenernos firmes ante el incumplimiento de las normas básicas, a ser pacientes y repetir lo mismo cien veces al día... Sabemos que los límites y las reglas son una parte importante en la educación de los niños, que les ayudan a tener hábitos saludables, facilitan la convivencia y les enseñan a comportarse de forma adecuada tanto en casa como fuera de ella. Por supuesto, no estoy hablando del tipo de crianza (más autoritaria o más permisiva) ni qué tipo de normas rige la convivencia de cada casa o cómo se eligen esas normas. Ese es tema de otro debate.
Por este motivo, el libro En casa hay reglas
Lo mejor de este libro no sólo es que recoge todas estas normas básicas, sino que además lo hace con mucho humor. Y eso es gracias a las divertidas ilustraciones, que muestran el comportamiento erróneo, frente al texto que señala cuál es la conducta adecuada . Mi hijo mayor se muere de la risa con todos los dibujos. Tanta gracia le hace que hemos leído este cuento todos los días desde que lo tenemos en casa. Además, sabe diferenciar cuál es el comportamiento correcto y cuál el erróneo, al menos sobre el papel, lo que ya es un paso. Sólo le pone pegas a una ilustración: la de la niña que se come las patatas fritas de su mamá sin permiso. A él le parece que, en cuestión de patatas fritas, no hay normas que valgan.
Una única ilustración carece de sentido del humor, ya que es una regla tan seria que no admite bromas: la de que los niños no se van con desconocidos nunca, por muy amables o convincentes que parezcan. Hasta mi hijo, cuando llegamos a esa norma, dejar de reírse y se pone serio, para luego volver a morirse de risa al volver la página y encontrarse con la familia de cerditos sentada a la mesa que no sabe comer sin ensuciarlo todo.
Sé que a muchos les parecerán demasiadas normas, pero si las repasáis creo que la mayoría son aplicables en casi todas las casas. Nosotros somos más relajados en algunas de las reglas que recoge el libro, pero estoy de acuerdo con la mayoría. Os dejo a continuación un vídeo de En casa hay reglas
A continuación, os dejo el enlace, por si os interesa este cuento: