A menudo, cuando hablo de inteligencia emocional con directivos (con aquellos que se "atreven" al menos a hablar de gestión emocional en su empresa) surge la duda de la exigencia al equipo.
Se plantean dudas del tipo "si gestiono las emociones de mi equipo, quizá no pueda exigir mucha dedicación, o nivel de calidad, o máxima productividad".
En primer lugar, este tipo de duda o incertidumbre es normal cuando desconocemos en qué consiste, realmente, la gestión emocional en la empresa.
Muchos directivos creen que gestionar emociones es caer en el sentimentalismo. Nada más lejos de la realidad.
Hablar de emociones es tener en cuenta las necesidades personales para el logro de objetivos. Es decir, llegar a los objetivos contando con las personas y no "pasando por encima" de ellas.
Otros directivos creen que gestionar emociones es "sensiblería y pérdida de poder". También yerran en este caso, ya que la inteligencia emocional les otorga capacidad para dirigir desde la autoridad sin necesidad de recurrir al poder (éste, mal ejercido, termina bloqueando el talento).
Entonces, contestando a la pregunta que da título a este artículo, podemos decir que un directivo emocionalmente inteligente sí es exigente con su equipo, pero combina exigencia con generosidad a partes iguales o "equilibrada-mente" en el tiempo, de forma que:
- Comunica desde el principio qué espera de su equipo en cuanto a nivel de desempeño, roles y calidad de servicio al cliente. Sabe que la claridad de rol y de resultados proporciona sentido de dirección donde poner la energía.
- Comunica desde el principio qué puede esperar su equipo de él en cuanto a apoyo, recursos y feedback(y lo cumple). Sabe que esto, junto al punto anterior, puede aumentarlas posibilidades de que su equipoperciba y afronte las dificultades como retos en lugar de amenazas.
- Tiene en cuenta sus propias emociones y las de su equipo a la hora de realizar tareas y reuniones, para aumentar la productividad de éstas.
- Amonesta siempre en privado a quien corresponda, de forma asertiva (sin agresividad y sin miedo), focalizándose en el hecho y respetando a la persona, porque sabe que ello refuerza la confianza y facilita el buen desempeño.
- Felicita siempre en público los comportamientos que acercan a los objetivos establecidos porque sabe que eso genera satisfacción, bienestar y orgullo de pertenencia.
- Explica a su equipo que deben realizar pausas periódicas durante la jornada laboral como estrategia de recuperación (recovery), especialmente si existen altas demandas físicas, mentales y/o emocionales.
- Es capaz de percibir y comprender las emociones de su equipo, detectando más fácilmente posibles problemas personales y/o laborales que obstaculizan el buen rendimiento.
- Permite y genera momentos de humor y/o distensión en el trabajo porque sabe que las emociones agradables son un pegamento social que fomenta la colaboración y las conductas extra-rol.
- Cuando surgen problemas y/o hay que hacer esfuerzos extras para cumplir con los objetivos, reserva tiempo suficiente para explicarlo a su equipo. Con tono firme pero cordial, sin tratar de retorcer ni manipular la realidad, porque sabe que esto deteriora la confianza.
- Cuando se cumplen hitos, objetivos, o tras esfuerzos extras y/o continuados de sus colaboradores sin haber tenido remuneración económica, ofrece y anima a tomar días/horas libres para disfrutar de la vida privada. Esta "generosidad",o pago,mejora la confianza, la motivación y la identificación con la empresa (employerbranding).
Y además, el directivo emocionalmente inteligente no sólo hace todo esto por la rentabilidad financiera (que también), sino por la salud y el bienestar de las personas, incluido el suyo propio.
¿Te atreves ahora a gestionar las emociones de forma inteligente en tu empresa?Juan Pedro Sánchez - Psicólogo Organizacional.
C. Marco