En el desarrollo del proyecto GLOBE se miden aspectos de las culturas sociales y de las culturas y prácticas organizacionales en las que se encuentran los individuos, así como también los atributos que éstos esperan encontrar en sus líderes. En función de la cultura de la que se trate, varía el grado en que los estilos de liderazgo son aceptados y eficaces. También varía la forma de ejercerlos, lo cual exige de estos líderes diferentes habilidades sociales.
Desde la publicación de esta obra, han pasado doce años. No parecería mucho tiempo si estuviésemos en el siglo pasado, pero al ritmo que se suceden los cambios en nuestra época, doce años dan para muchísima evolución en todos los sentidos. Las culturas estudiadas por House se han transformado vertiginosamente. El mundo se ha globalizado y las personas nos hemos tenido que abrir mucho más a otras realidades existentes al margen de la nuestra. El hecho de que una empresa se ubique en España, no justifica que su cultura de empresa tenga que mantenerse tal y como estaba cuando se fundó hace 10, 20 o 40 años. Porque ahora el mundo es otro y las personas somos otras.Históricamente, siempre se había distinguido entre líderes autocráticosy líderes democráticos. Los primeros son los que casan con el “yo ordeno y tú obedeces” y los segundos serían los que consultan con sus equipos antes de tomar una decisión.Pero dirigir personas es cada vez un ejercicio más complejo que requiere de algo más que saber mandar o invitar a tomar decisiones en equipo. Impera la necesidad de renovación constante, de mantenernos al día en el conocimiento y la práctica de las nuevas metodologías y de abrirnos a compañeros que igual son originarios de la otra punta del planeta (que pueden dominar perfectamente nuestro idioma, pero no haber internalizado nuestra cultura, nuestras maneras de negociar, nuestra capacidad de leer entre líneas o nuestro peculiar sentido del humor, sin ir más lejos). Lo mismo les ocurre a ellos con nosotros, que quizá les entendemos con las palabras, pero no podemos adivinar las particularidades de la cultura de la que proceden.Y para dirigir estos nuevos equipos multicolores se necesitan líderes mucho mejor preparados que atesoren raciones extras de EMPATIA y de RESPETO.Bass y Avolio, en 1994, distinguían entre líderes transaccionales, líderes transformacionales y Superlíderes.LIDERES TRANSACCIONALES:Son los que discuten los objetivos a alcanzar con sus seguidores, especificando las condiciones y recompensas que recibirán los seguidores por alcanzarlos. El trabajo se hace muy rutinario y aburrido.Predomina en este tipo de liderazgo la interacción cara a cara entre el líder y los seguidores, en situaciones de continua supervisión por parte del primero.LIDERES TRANSFORMACIONALES:Son los que estimulan a sus iguales y seguidores para que se atrevan a mirar sus trabajos desde perspectivas distintas y mucho más motivadoras.Hacen que sus equipos sean conscientes de la importancia de la misión que se proponen realizar y de la visión global de la organización de la que forman parte.Facilitan el desarrollo máximo de todo el potencial de sus subordinados.Les motivan para que, por encima de sus propios intereses, siempre antepongan los de su equipo y alcancen logros más allá de lo esperado e incluso de lo que ellos mismos creyesen posible.Establecen expectativas que suponen retos y consiguen un mayor rendimiento.Este tipo de liderazgo también suele definirse como carismático.Hay líderes transformacionales que tratan de ejercer su influencia en sus subordinados más allá del plano profesional e intentan ejercerla también en el plano personal, tratando de transformar a las personas de su equipo en sus sujetos más "convenientes" para los intereses de la companía.SUPERLIDERES:Van más allá del liderazgo transformacional, potenciando al máximo las capacidades de sus seguidores, llegando a convertirlos en autolíderes, de modo que adquieran la responsabilidad de motivarse y dirigir sus propios comportamientos.Animan a sus seguidores a que sean ellos quienes establezcan sus propias metas.Les ayudan a crear patrones de pensamiento orientados al autoliderazgo.Crean una cultura del liderazgo y fomentan el trabajo en equipo para promoverlo.Facilitan el desarrollo de los denominados grupos de trabajo semi-autónomos, fomentando la interdependencia dentro del grupo, para minimizar la dependencia de agentes externos y garantizan el apoyo de la organización al proceso.Empoderan a sus equipos para que puedan funcionar por sí mismos, proporcionándoles la formación y el asesoramiento adecuados. El resultado final es un grupo polivalente, cuyos integrantes saben realizar todas las funciones propias de su trabajo y también desempeñan las diferentes funciones directivas tradicionalmente asignadas a un supervisor o líder externo. Esto dota a estos equipos de una flexibilidad considerable, al poder rotar todos sus miembros por las diferentes tareas y funciones.Analizados los tres tipos de liderazgo, el último resultaría el preferible, aunque todo dependerá de la naturaleza del equipo de trabajo de que se trate en cada caso.No todos los trabajadores cuentan con habilidades y autoconfianza suficientes como para encajar en equipos encabezados por un superlíder. Muchos otros se sentirán menospreciados o cómodos en un equipo dirigido por un líder transaccional, en el que sientan que no se les paga por pensar y otros se sentirán más a gusto sabiéndose capitaneados por un líder transformacional, que sepa sacarles su mejor versión, pero no les incite a dar un paso más y llegar a autodirigirse.Sean como sean los equipos en los que trabajamos y sean como sean nuestros líderes, todos coincidiremos en que lo que esperamos de la persona que nos marca el camino a seguir en el trabajo es que sea consciente de la verdadera naturaleza del barco que capitanea y de las peculiaridades de su tripulación.Que los cambios que trate de impulsar se correspondan con una necesidad real de la compañía de adaptarse a los nuevos mercados en los que tiene o quiere tener presencia y no a caprichos personales que nada aporten al producto ni a quienes deban desarrollarlo.Que no tome decisiones en caliente, guiado por emociones como la ira, la envidia o el rencor. Que sepa de lo que habla.Que permita que su equipo diga lo que piensa realmente de las propuestas que ponga sobre la mesa en las reuniones.Que se deje asesorar antes de determinarse hacia una meta.Que escuche tanto como hable.Que no juzgue sin conocimiento previo de la causa.Que no se limite a escuchar lo que quiera oír, sin cuestionarse lo que se puedan estar callando sus subordinados por miedo a posibles represalias.Dirigir equipos en compañías cada vez más plurales, con personas de ideologías muy diversas, con creencias a veces enfrentadas por la fe o no fe de cada uno o por el distinto color de piel, no es nada fácil, pero hay que intentar hacerlo con la mayor humanidad posible, sin olvidarnos de quiénes somos ni de dónde venimos.Estrella PisaPsicóloga col. 13749Bibliografía consultada: Introducción a la psicología de los grupos. Francisco Gil Rodríguez, Carlos María Alcover de la Hera. Psicología Pirámide - 1999