Hoy vamos a hablar de los problemas...
Esos que nos quitan la tranquilidad... esos que cambian nuestro humor, al punto de no aguntarnos ni nosotros mismos...
Todos hemos sentido "desfallecer" tras el surgimiento de algún imprevisto, o contratiempo...
Resongamos, nos ofuscamos y cortamos con toda posibilidad de encontrar una posible solución...
Es como si sintiéramos un profundo miedo manifestarse dentro nuestro, y lo primero que hacemos es cerrarnos...
De chica mamá nos contaba la reacción del avestruz, que cuando algo lo asusta, su primer instinto es esconder su cabeza en un agujero en la tierra...
Es curioso, tal vez si pudiéramos, también lo haríamos...
Será que instintivamente sabemos que nuestro mayor enemigo, en estos casos, es nuestra propia mente?...
Esa perversa mente nuestra que hace que vivamos una y otra y otra vez, cada dolor...
Alguien le preguntó a un sabio por los problemas... y el porqué nos afectan tanto?
El anciano respondió contando un chiste...
Por lo que todos rieron de él...
Pero luego, volvió a contarlo... y muy pocos rieron...
Al final, lo contó otra vez... al notar que ya nadie reía preguntó:
-"Porque no se ríen?, la gente respondió...
-"ya no nos causa gracia, ya nos reímos la primera vez...
Pero el anciano insistió...
es el mismo chiste que hasta hace un rato los hizo reír...
El sabio, calló por un momento y reflexionó...
Así debería ser nuestra reacción con los problemas...
Uno lo vive, los sufre un momento y luego sigue... fluye... deja de masticarlo en su mente...
En vez de ello... dejamos que nuestra cabeza repita una y otra vez lo mismo...
Acaso no se cansa?
Acaso no resulta irónico que una alegría, que es un sentimiento muy grato, la podamos vivir sólo por una vez?....
Mientras que aquello que nos causa dolor, afligimiento y congoja lo revivimos reiteradas veces en nuestra mente?
Sufrimos el mismo miedo, una y otra vez... sin darnos cuenta que es nuestra propia mente, la que conspira en contra nuestra paz, nuestra tranquilidad...
Aquietar nuestros pensamientos, en esos momentos en que parece que todo va mal, ayudaría a restablecer nuestro equilibrio interno, nuestra paz, nuestra alegría...
Para los que practicamos meditación, resulta ser un camino, casi perfecto, para encontrar serenidad, en medio de una tempestad...
Hasta la próxima!