La idea de la que parte Lightyear es bastante sugestiva: mostrar la que fue película favorita de Andy, el niño protagonista de la saga Toy Story y en la que se basó el popular juguete. Aunque comienza con buen ritmo y con tono muy aventurero, muy pronto la película se instala en una trama muy convencional, en la que se intenta mostrar a los jóvenes espectadores la fuerza de un grupo cohesionado frente a las acciones individuales. Casi más interés tiene la extraña polémica suscitada por una escena que dura dos segundos y que retrata muy bien el carácter casi distópico de los tiempos que nos ha tocado vivir, en los que todo está sometido al escrutinio de los inquisidores de uno y otro bando. Pues bien, Lightyear sirve como entretenimiento ligero, con una animación muy bien concebida, como es marca de la casa, pero poco más. Está muy por debajo de sus maravillosas predecesoras.