Like chocolate come here

Publicado el 20 enero 2013 por Evagp1972

Karla Read


No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
(Luis Cernuda)
Mi cuerpo no dice palabras. Ni falta que le hace. En silencio o a gritos narra sin filtros una claridad sin dobleces. Nadie le ha enseñado a hacerlo y, quizás por eso, no disimula, no (me) oculta ni conoce más armadura que sus propios huesos. 
Mi cuerpo no hace nunca planes. Se limita a estar a gusto, aquí y ahora. Ríe a menudo. No calcula. Tampoco preguntaqué hace aquí, qué sucederá mañana. Ante el peligro, no se arriesga: huye. Come con la boca llena y bebe con la fruición de un niño agarrado al pezón de su madre. Le gusta sentir el aire llenando su caja torácica y vaciándose después. Se estiiiiiiiiiira. Permite que la brisa de verano le despeine el cabello y le enrede sortijas de risa en los pelos del pubis. Mi cuerpo no se depila las piernas. Si tiene ganas de orinar, no tiene más que separarlas. Sangra regularmente y no se pregunta si eso es correcto, estético, para qué sirve. Sucede. Lo acepta. 
Durante milenios han intentado decirle qué ha de hacer, qué sentir, cómo ha de mostrarse, cómo ha de moverse o cubrirse en todas las estaciones del año. Intentaron drogarlo con mitos, domesticarlo a golpes. Pero no pudieron con él. Si le viene en gana (se) acaricia y (se) lame. Es dulce, ácido y salado a la vez. Olfatea, jadea y gime con público o sin él. Sabe dejarse llevar, mecer y mecerse. Tiende a la suavidad pero no es(tá) educado: penetra y percute si así lo desea.
Las palabras, para qué las quiere. Ellas complican lo simple, lo estropean. Echan la vida a perder con su torpe manía de trascender todo lo que tocan. Desconocen la recta, construyen espirales y se empujan unas a otras dando vueltas en un vacío sin calefacción. Marean. (Se) pierden.  Mejor dejarlas a un lado y resbalar sobre tu piel sin culpa como espeso, cálido y fragante chocolate negro.