Doremus ha escarbado en sus propias miserias para entregar un trabajo que rezuma sinceridad. Un ejercicio de confesión, de terapia personal, en el que revivir su pasado sirve de cimiento a una historia que lo pide a gritos. La honestidad de su director es esencial en el tratamiento del relato. Verter en un guión sus vivencias en las cosas del querer no es tarea sencilla pero si elemental si se quiere conseguir un resultado más cercano. Nos invita a debatir si el amor supera las distancias y el gran acierto de la cinta es que toma partido. Sin manipulaciones, simplemente narrando una historia universal.
Si Doremus ha querido sacar a relucir su diario personal como moneda de sinceridad no se ha quedado a la zaga a la hora de elegir unos intérpretes que vivan esas palabras. Ante esta sabia decisión no cabe más que quitarse el sombrero. La química desbordante entre sus protagonistas traspasa la pantalla. Like Crazy sirve no sólo para radiografiar un enamoramiento en todas sus fases sino también para descubrir el potencial de esa joven llamada Felicity Jones cuya naturalidad se palpa en cada secuencia. Insuperable su voz entrecortada por la emoción en algún momento del filme. Imborrable la escena final donde la ausencia de palabras es la respuesta del tiempo.
Lo mejor: la verdad de sus palabras y una Felicity Jones que enamora.Lo peor: a ratos se vuelve redundante.